21 de abril de 2008

La emigración

Hoy hemos estado aprendiendo -bueno, mejor, hemos estado leyendo- acerca de la emigración. De la diferencia entre emigrante e inmigrante, de que no hace muchos años en España hubo mucha gente que tuvo que emigrar en busca de trabajo, como lo hacen ahora muchas familias del este de Europa, del norte de África y de Sudamérica. Hemos aprendido -bueno, mejor, hemos leído y contestado a preguntas- sobre qué es la población natural, qué es el crecimiento real, qué es la mortalidad y la natalidad, etc. Me he acordado de una canción de Carlos Cano, que habla de eso. De cómo éramos los españoles entonces. El Salustiano, así se llama la canción, retrata no sólo la falta de perspectiva económica que existía en nuestro país, sino también el estado lamentable de educación y formación de muchos españoles.

Hasta un pueblo d'Alemania
ha llegao el Salustiano,
con más de cuarenta años
y de profesión el campo,
pa buscarse l´habichuela
y ahorrar algunos marcos
y que pueda la parienta
comprar algunos marranos.

Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.

En principio se hace dura
sobre to la soleá,
esa gente chamullando
no se le entiende ni atá.
Menos mal que algunas veces
la embajada cultural
nos mandan al Julio iglesias
y a un tal Manolo Escobar.

Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.

Y así s'acaba la historia
del güeno del Salustiano,
de tanto apencar los huesos
otro gallo l'ha cantado.
Gallo dice que l'obrero
de cachondeo está harto,
si no hubiera ido a Alemania,
no hubiera aprendido tanto.

No sé cómo podría explicarles -para que lo entendieran- que hubo en España muchos como Salustiano hace unos pocos años. Me he acordado de Salustiano, y de los españoles que ahora estudian y trabajan en Alemania (especialmente de unos cuantos, a los que empiezo a tener, aunque no los conozco personalmente, un cariño especial).

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que solo los Salustianos que tuvieron que marcharse entonces, comprenden la necesidad y las circunstancias de los que llegan ahora a España, pero no podemos olvidar que a lo mejor algún día nosotros nos veamos en la necesidad de irnos otra vez.

Irreverens dijo...

A mí lo que me parece inconcebible es que la gente (así, en general) no se dé cuenta de que la historia de la Humanidad es una cadena interminable de migraciones.
Si eso lo tuviésemos claro todos, no se oirían tantas idioteces sobre patrias, derechos históricos y demás elucubraciones mentales.

He dicho.
:P

Paco Bernal dijo...

Te puedo asegurar, Mújol, que este Salustiano se ha acordado muchísimo de aquella gente. Muchas veces, al principio sobre todo, yo pensaba: y esta gente, que venían de Extremadura -mi padre es de allí-sin tener ni idea de ningún idioma civilizado...Joé, qué valor.Muchas veces, cuando veo a los hombres turcos fumando en los parques, haciendo tribu, me acuerdo de ellos. En comparación, lo que pasamos nosotros hoy no es nada, porque la distancia cultural que hay que vencer hoy entre Espanya y Austria, por ejemplo, es menor.
Un abrazo

Mariano Zurdo dijo...

Quizás sea más fácil que lo entiendan los niños, acostumbrados a compartir aulas con niños de muchos sitios, que los adultoscabezademollera que tienen una desmemoria atroz, que miran el presente olvidando un pasado tan cercano y tan crudo que no se debería olvidar.
Podrás transmitirselo a tus alumnos, estoy seguro de ello. Y si lo haces en positivo, hablando de riqueza cultural, de enriquecimiento personal, pues tanto mejor.
Besitos/azos.

belenmadrid dijo...

cómo se llamaba la peli esa que pusieron hace un par de semanas? vente pa alemania pepe? en teoría era de risa, pero pobrecillos..

Rodros dijo...

Yo no puedo hacer más que quitarme el sombrero ante toda esa gente que dejó todo para emigrar. Yo soy un emigrante de postín. Todo hecho. Mi casa en España, dinero para coger un avión cuando quiera y pasar unos días con mi madre, ciudadano de Europa con las facilidades que eso implica a la hora de reconocer los años cotizados... en fin, un señorito vamos. Pero por suerte tengo cerca a alguien que ha trabajado con aquellos que emigraron hace años y por las razones que sea no quieren o no pueden volver. Cada vez que me contaba una historia de las que oía, se me ponían los pelos como escarpias. Y eso que era a través de persona interpuesta! A ver si se deja caer por aquí de forma anónima y nos deja unas pinceladas de lo que fue su trabajo aquellos 3 meses.

con Ka dijo...

Pensar que yo he venido aquí porque he querido y no porque no había más remedio me hace sentir muy afortunada. En mi familia, como en muchas otras, también hubo algún Salustiano, y no hace tanto de aquello. Está bien acordarse de ellos, yo no hubiera sido capaz de hacer lo que ellos hicieron.

"...si no hubiera ido a Alemania,
no hubiera aprendido tanto..."

Anónimo dijo...

Vale, lo reconozco. Soy una internauta gorrona: te leo, disfruto, me río, me emociono, y nunca aporto nada... pero Rodros tiene razón, este tema me afecta especialmente desde que trabajé tres meses al servicio de los que se subieron a un tren o a un autobús para venirse a Alemania a trabajar en Volkswagen, Siemens, Telefunken. Ahora, muchos se jubilan (muchas veces anticipadamente, la espalda o los pulmones pasan factura tras tantos años en la fábrica), y mi trabajo consistía en facilitarles un poco los trámites de aquí y de allí. Pese a ser un trabajo meramente administrativo, fueron los tres meses más satisfactorios y más bonitos de mi vida laboral. Son tantas historias, tantos héroes. No puedo quitarme de la cabeza a aquel señor tan mayor que se me puso a llorar en la oficina cuando le hablé de Madrid y de la calle Fuencarral. Le pregunté que por qué no retornaba, si sentía tanta nostalgia, pero me explicó que aquí estaba solo, y allí ya no le quedaba nadie.

Mújol dijo...

Aludida, muchas gracias por tu comentario, y por esa historia. Quizá deberías escribirla, porque en esa historia habrá muchos que se reconocerán.