30 de junio de 2016

El Cubo de Rubik

Esto es una mierda de blog, en el que nunca hay nada, porque lo tengo abandonado. Este año, yo creo que ni los dos interinos que he tenido de compañeros se han enterado de que yo tenía (tengo) un blog. Ni siquiera cuando el otro día, ya con calor, me puse mi camiseta.

Pero eso da igual. Quizá es que no tenido hasta ahora nada que decir.

Se ha terminado, por fin, el curso. Hoy es día... bueno, en el día de la fecha, que luego lo pone Google por mí.

En el día de la fecha, quiero contar que yo, maestro de Primaria, que curro en un pueblo, no sé hacer el cubo de Rubik. No tengo ni idea. Hace unos meses, mi sobrina de cinco años se quedó un fin de semana conmigo. Con esta edad, tienes que ser rápido y simple. Quiero que me quieras, y te lo voy a demostrar. Vamos ahora mismo a los chinos, que es lo único que está abierto el domingo, y te compro una cosa. La que yo quiera.

En los chinos, cada vez que entro, hay dos niños de la edad de mis alumnos, sentados al lado de su madre, que está en la caja, haciendo deberes chinos. Sí, escribiendo caracteres preciosos, uno detrás de otro, con un aspecto caligráfico que te dan ganas de hacer una foto y colgarla en la pared. Pero nunca lo hago, sólo me acerco, sonrío y digo Ni hau, y miro con envidia sus cuadernos. No sé qué pone, pero es precioso. Ellos saben que yo no sé lo que pone, pero me sonríen y siguen trabajando. Su madre me cobra y me despide en un perfecto español: "buenas tardes".

Bueno, pues entré con mi sobrina, con la vaga esperanza de encontrar algo mínimamente interesante. Por supuesto, como en todos los chinos, en el polígono Cobo Calleja no hay nada interesante. Nada de nada. Así que, harto ya de mirar, y con mi sobrina pacientemente esperando (uno de los objetivos era ese, ten paciencia y espera, porque yo soy el que decide, y el que paga...), me encontré colgando un cubo de Rubik.

Cecilia, toma, esto es para ti. Yo no sé hacerlo, es una cosa muy difícil. Mira a ver si en la familia hay alguien que sepa hacerlo, pero yo creo que no. Quizá, pregúntale a Diego. No es que sea para mayores, es que es una especie de mensaje. Hay gente que lo entiende, y gente que no. Yo no lo entiendo, pero sé que merece la pena. Por eso me gusta que lleve su nombre, para que nadie se olvide. Se llama Ernö Rubik.

No me siento nada orgulloso de no saber hacerlo, y me encantaría aprender. No aspiro a hacerlo como en los concursos, me conformaría aunque me costara horas. Pero no sé ni por donde empezar.

A todos los maestros, y especialmente a los interinos (a ver si lo de cobrar el verano es verdad), os deseo unas muy felices, y merecidas, vacaciones.