31 de diciembre. Quería despedirme de vosotros hasta el año que viene, y enviar desde aquí mis mejores deseos a todos aquellos que lean esto.
Hoy, 31 de diciembre, el nuevo gobierno establece nuevos recortes, dirigidos -una vez más- contra los funcionarios: congelación de salarios. ¿Qué significa eso? Pues que nos bajan el sueldo otra vez, porque los precios subirán y nuestro salario no.
Pero no era eso de lo que quería hablar, y menos en una fecha como esta.
Yo sigo teniendo fe en internet. Sigo estando convencido, como el primer día, de que es un invento maravilloso, que ni siquiera llegué entonces a imaginar. Pero cuando lo vi por primera vez, supe que para la educación iba a ser determinante, iba a establecer, en materia educativa, el antes y el después. Supe enseguida, y trabajando en una empresa privada, que debía ser gratuito, como terminó siendo.
Ya en algún momento de este blog he propuesto que se deberían adoptar las siglas a.i. (antes de internet), con la misma naturalidad que a.m. o a.C. Desde luego, para alguien como yo, la vida cambió completamente. Yo andaba en eso de los ordenadores desde hacía años, y trabajábamos en Anaya en un entorno de red de área local (una intranet antes de que existiera internet, para entendernos) con un montón de macs conectados. Es decir, ya conocíamos algunas herramientas, como el correo electrónico (y lo de con copia a...), pero lo de internet fue otra cosa. Era otra cosa. No sólo era gratis.
Era que, por primera vez, tú podías ser la tele, el locutor de radio, el periodista, el cineasta, el fotógrafo, el científico, el payaso, el pintor, el maestro de escuela, el escritor.
Aquí está el escenario. Lo único que hace falta es ser el mejor. O al menos intentarlo.
Muchas gracias a quien, con absoluta maestría, dedicó su tiempo a grabar, editar, y compartir con el mundo este video. Porque para eso es internet: para descubrir, para participar, para compartir.
¡Feliz 2012!