26 de octubre de 2014

El aragonés

Yo podría tener el C1 en aragonés. Supongo que el C2 no, porque admito que he escuchado conversaciones enteras, sin enterarme de nada, principalmente con gente de Luesia. Pero ¿un C1? seguro que sí. Tengo el B2 en inglés, así que creo que aprobaría el siguiente nivel en aragonés. Lamentablemente, por cuestiones que van más allá de lo lingüístico, más allá de la historia —la historia es algo que se empieza a estudiar a partir de un determinado punto del pasado—, el aragonés no es una lengua, al menos una distinta a la mía, a la de Usera. Tengo una camiseta con montones de palabras en aragonés, que incluso me sirve para entablar conversaciones, y someterme voluntariamente a exámenes improvisados con aragoneses nativos. Tengo un fantástico libro, titulado "Curso de oregonés para forános", y soy capaz, gracias al programa de AragónTV, de distinguir bien (aunque no con exactitud), los diferentes significados de palabras como "jodo", dependiendo únicamente de su entonación. Por eso creo, y no me gustaría parecer pedante, que podría tener un certificado más, lo que se traduce en más puntos para los concursos de traslados, o méritos en general. Pero es que además, y gracias a que mi mujer es aragonesa —de pura cepa—, yo aprendo más aragonés cada día. Puede parecer mentira, porque aparentemente no son dos lenguas distintas, pero lo cierto es que rara es la ocasión, al menos una vez a la semana, que no aprendo nuevo vocabulario, o —lo que es mucho más difícil—, aprendo nuevas expresiones.

En la única asignatura en donde me puedo permitir más flexibilidad con el currículo, la extinta Alternativa a la Religión, todos los años mis alumnos escriben y cantan la canción "Somos", de José Antonio Labordeta. Supongo que él se refería a "somos los aragoneses", pero para mis objetivos didácticos eso da igual. A mí me gusta pensar que cuando él cantaba "somos" se refería a "somos, los de esta lengua, aquellos que me entendéis lo que digo…"

No sé si mi lengua es el madrileño, castellano, castellano-aragonés, español... no quiero ponerle vallas al nombre de mi lengua. Es lo único que tengo, lo único que no tengo que demostrar. Y pienso seguir aprendiendo, porque siempre habrá alguien que le haya puesto un nombre mejor a algo.

El paco: el paco es aquella zona del monte donde siempre hay sombra. En invierno, estará helada, y en verano hará más fresco. Algo así como la humbría. Como diría un aragonés, es lo mismo, pero no es igual.


18 de octubre de 2014

El subplato

A pesar de que la gente lleva ya años aprendiendo un montón de cosas de cocina gracias a internet, creo que aún hay temas que no se trabajan tanto, y que serían muy interesantes, ya no sólo en internet, sino incluso en los programas de televisión dedicados a la cocina.

Como, además, nuestro periódico ha contado —y espero que lo siga haciendo— con protagonistas tan reconocidos como Robin Food, he pensado en proponer desde aquí algunos de esos temas, en torno a la cocina, que yo echo de menos.

Yo como todos los días de tupper, y como estupendamente. En diez minutos, pero muy bien. Con pieza de fruta de postre. Calculo que tendremos unos 12 platos, más o menos, para no repetir, o al menos para conseguir más variedad: comer cada día de la semana lo mismo no es una buena idea, se pierde el interés, aunque esté bueno. Tengo una especie de bolso, del Carrefour, con dos tuppers con cierres laterales, de buena calidad. Un vaso de plástico, los cubiertos y un mantelito de tela (como en la mesa de trabajo). Tal y como están las cosas, estoy seguro de que no soy el único, y no sólo por el dinero que te gastas en comer fuera, sino por lo importante que es comer bien. (aunque comer bien significa dos cosas, que no siempre van unidas: comer lo que te gusta y comer lo que necesitas).

Si pudiera —es decir, si tuviera tiempo—, haría una foto a cada plato, a partir del lunes, con el nombre del plato, y la receta de mi mujer en el FileMaker. No me imagino cuánta gente gente puede haber en España, y fuera de España,  (maestros, estudiantes, profesores, oficinistas….) que tengan que aprender a cocinar, para alimentarse ellos mismos. Y no me refiero a la cocina de fin de semana, porque esa es otra historia. Me refiero a cómo conseguir ciertas cosas, que tienen que ver con la cocina, pero con la de todos los días, como, por ejemplo, cómo llevarse al curro un trocito de pan —una barra cortada en cuatro— que, a la hora de comer, esté tierno (por supuesto, sin ir a la panadería). O los diferentes suplatos que tienen ciertos platos, como el cocido y los canelones de carne de cocido. El subplato, esa receta que haces con las sobras de otro plato, es uno de los pilares fundamentales de la alimentación. Un gran desconocido.

8 de octubre de 2014

Concurso de jeroglíficos

Y el ganador es… Dani.

(si no sabéis la solución, pasaros por nuestro cole).