29 de noviembre de 2014

La letra

Otro día os hablaré de la ortografía, hoy toca hablar de la letra. Es decir, de la caligrafía.

"Tienes que mejorar la letra". Eso es lo que escribo en casi todos los exámenes. Pongo la nota, y escribo un pequeño comentario. Y lo escribo, claro está, a mano. Pero os diré un secreto: es un comentario que me hago a mí mismo. Sí, el que tengo que mejorar la letra soy yo. Y es muy difícil hacerlo (y en la pizarra digital, muchísimo más). Pero no dejo de admirar la letra de mis compañeros, y lo hago saber en público. La clase de los mayores sabe que siempre que entro y me encuentro la pizarra con ejercicios de Mates, dejo claro que la profe Julia tiene una letra preciosa. Y los alumnos lo saben.

Me cuesta reconocerlo, pero es pura experiencia propia: en general, las maestras tienen mejor letra que los maestros. En mi caso personal, la diferencia es muy grande. Aún así, incluso para ellas es más difícil  escribir en la pizarra digital que con la tiza. En mi cole tenemos las dos, y usamos las dos.

No sé si sabéis, porque no sé quién lee esto, que siempre tendré devoción por Steve Jobs (y por Steve Wozniak, aún más). Él era un enamorado de la letra; fue él quien permitió que los ordenadores tuvieran diferentes tipos de letra. Dejó la universidad, pero iba a las clases de Tipografía.

La letra somos nosotros. Por eso es tan importante. Sabéis quién ha escrito en la pizarra, y yo sé de quién es el cuaderno, aunque no hayáis puesto el nombre. La letra es nuestro acento, nuestro carácter, nuestra forma de ser. Es nuestra letra, y no nosotros, quien dice si somos buenas personas.

16 de noviembre de 2014

La cocina

Sigo hablando de cocina. Porque la cocina —ahora que estoy con ello con los de 4º—, es una palabra polisémica. Y esta vez me refiero a la primera acepción de la RAE: "pieza o sitio de la casa en el cual se guisa la comida".

Digo yo que, de la misma manera que tiene que haber nuevos maestros, también habrá que tener nuevos arquitectos. Los que estudian para ser capaces de construir pisos baratos, sostenibles y dignos, para que la gente siga soñando con comprarse un piso (que cada vez hay menos…). A ellos me gustaría dirigirme hoy.

La cocina, desde que yo tengo uso de razón, en Madrid ha sido siempre el espacio más pequeño. Mucho más que el salón, que era para las visitas, para ver la tele y para tumbarse a leer. Cuando, ya de mayor, tuve la oportunidad de ver una casa de pueblo (los de Usera no teníamos pueblo a donde ir), me di cuenta. No era un lujo, era sentido común. En la cocina se habla, se bebe, en la cocina se regala uno a sí mismo cosas, y regala a los demás. Y regalar mola. Y en la cocina Steve Jobs tomaba las decisiones.

En la cocina es donde mi amigo Mario me recibe. En la cocina es donde queremos estar todos, acompañando al que cocina. Pero no cabemos, sólo cabe una persona.

Olvidad el salón. Ya no hay salón. Centraos en la cocina, por favor.