Yo lo conocí. Personalmente, quiero decir. No lo supo nunca, pero voté detrás de él para elegir a los miembros representantes de aquella recién creada asociación cultural: Asociación para la Música Popular. Recuerdo que la reunión fue en un modesto piso en la zona de Lavapiés. En la cola para votar estaban las Vainica, Luis Pastor, Pablo Guerrero… Fue hace muchos años, en los tiempos en los que estudiaba Magisterio.
Un día, muchos años después de aquello, fui al Galileo a verle. En un momento de la actuación, la gente comenzó a pedirle canciones, y yo también me animé —nunca más lo volveré a hacer— a gritar el título de otra canción, que la gente no mencionaba: El Tío Marcial. Véte tú a saber por qué, se acercó al micrófono y, con aquella sonrisa suya, dijo que le pedíamos canciones que ni siquiera eran suyas.
En una ocasión y hace de esto también muchos años, una pareja de amigos me pidieron que dijera algo en su boda. La verdad es que nunca he vuelto a verme en una situación así, con todos los asistentes esperando que yo dijera algo por el micrófono de aquella iglesia. Y aquí viene la paradoja, recité lo mejor que pude sus versos (aunque los versos son originariamente de su hermano) justo después de "Podéis ir en paz, demos gracias al Señor." Allí, en la iglesia. Posiblemente, una iglesia muy parecida a aquella donde él un día entró, pero no recordaba para qué.
Tenía que decir algo, porque aquellos amigos estaban allí para comenzar a vivir juntos para siempre. Así que dije que sus amigos pensaban que lo mejor había sido eso, tomar la decisión. Y organizarse.
Me encantaría que el colegio público donde trabajo se llamara CEIP Javier Krahe.