28 de julio de 2009

Verano 2009

Ya me he ido con la moto y con mi chica de vacaciones. Hemos ido a Baiona, Tuy, el Monte de Santa Tecla, Cambados, Combarro, Pontevedra, A Guarda -arroz con bogavante que se me saltaban los ojos de gusto y satisfacción-, Vigo -con los monos de agua puestos, y paseando bajo la lluvia por el casco viejo, parecíamos empleados del ayuntamiento, para nada moteros-, Burgos -mi religión me prohibe pagar 5 euros por entrar a la catedral, pero mi chica, que no es tan burra como yo, salió muy emocionada- y... El Tiemblo. Ya estamos en casa. Y lo mejor de las vacaciones es volver de vacaciones... sabiendo que aún te queda un mes de vacaciones. No pretendo dar envidia, ni mucho menos -faltaría más- dejar ninguna duda de que los maestros necesitamos esas vacaciones. Pero como ya estoy en casa, he pensado que voy a seguir escribiendo. Al menos cuando me apetezca; total, da igual escribir en el Pages (ni se me ocurre abrir la mierda del word) que escribir aquí. Bueno, no da exactamente igual: aquí los de google "le dan a guardar", en cualquier programa para escribir (incluyendo la mierda del word), eres tú quien lo guarda. La diferencia no es nada sutil, como todos podemos comprender. Pero como soy muy vago, pues aquí estoy en la terraza de casa, con El País (que he comprado en el pueblo) abierto y mi mac al lado. Tan sólo tengo que hacer un clic, y podría leer sin salir de casa lo que he tenido que comprar a 8 km de aquí. Pero, ¿qué queréis que os diga? Lo abro, lo toco, lo pliego, lo dejo abierto por una página que me interesa (como hoy, con un fantástico reportaje sobre Pixar y su nueva peli -que aún no he visto-, Up.)


Y, -ahora viene el artículo, todo lo demás era rollo inicial- se me ha ocurrido que podría contar cómo me sentí la primera vez que vi Knick, Knack, la primera animación en 3D que se veía en un ordenador (un mac, claro). La primera animación de Pixar. El rollo "Steve Jobs" andaba ahora por allí (después de crear Next, su empresa de ordenadores de la que conservo una pegatina con su logo). Fui un privilegiado, una de las primeras personas en España que veían aquello, que veían y escuchaban -fantástica música-, algo donde por primera vez la pasión por los ordenadores se veía recompensada. La primera obra de arte hecha con píxeles en movimiento tridimensional. Pero lo único que importaba al ver aquello no era, ni mucho menos, el peazo bicharraco que tenías que tener para mover esos ficheros, sino que había gente que teniendo esos bicharracos, disfrutaban usándolos. Había un humor, una forma de contar historias, una pasión por las historias, que sólo había conseguido, hasta entonces, Walt Disney (por cierto, hace poco me echaron en cara que llevara unos calcetines con el logo de Mickey Mouse. Me dijeron que eso era de pijos.) Fue la primera vez que leí algo sobre John Lasseter (por cierto, la revista Wire, ¿se seguirá vendiendo?).

Uno recuerda pocos momentos, pero cuando han pasado ya más de 15 años de perspectiva, te das cuenta de que son más de los que crees. Sólo tienen que saltar, quizá de forma aleatoria, a tu memoria.



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