29 de abril de 2008

Comunicarse

Tengo algunas alumnas (alumnos, de momento no) que me envían de vez en cuando correos electrónicos. Como ya he comentado en clase, no me importa que lo hagan, porque fui yo quien les dio de forma voluntaria mi dirección. Es más, considero que es una forma muy eficaz de comunicarse por escrito, y de aprender que lo que uno escribe, escrito queda. Pero, cada vez con más frecuencia, me envían mensajes que todos nosotros conocemos desde hace mucho tiempo. Por eso, antes de reenviar un mensaje, mis alumnos deberían saber que:

1 - No van a cerrar el Hotmail. ¿De acuerdo? No os lo creáis, sólo lo hacen con la intención de crear tráfico de mensajes (en los mejores casos, en otros, las intenciones son mucho peores). Además, si lo cierran, peor para ellos. Siempre habrá otro gratuito. Y si no es de Microsoft, mejor.

2 - Cuando recibáis un mensaje con muchas direcciones, pensadlo bien antes de reenviarlo a alguien. Quizá ese alguien ya lo sepa, o quizá no le interese saberlo, o quizá esa información no sea veraz. En el correo electrónico, como en el buzón de casa, hay dos tipos de mensajes, las cartas personales -lamentablemente casi exclusivamente de los bancos- y la publicidad. Evitad que vuestros amigos pierdan el tiempo con asuntos que no tienen la más mínima importancia.

3 - Cuando leáis algo del tipo "envíalo a tu amigos porque si no lo haces, una maldición eterna caerá sobre ti", etc, etc, podéis parar de leer. Ya sabéis que leer es algo fantástico, pero no leer cualquier cosa. Las maldiciones, como muchas otras cosas, no dependen de enviar o no mensajes. No dependen de nada.

4 - Si queréis escribir, hacedlo. Yo os prometo aquí, por escrito, que lo leeré. Pero sólo lo que hayáis escrito vosotros.

La cuestión es, mis queridos lectores adultos, ¿a qué edad aprendimos nosotros todo esto del mail? El que diga que a los 11 años miente (o es un replicante... "he visto cosas que vosotros no creeríais...").

28 de abril de 2008

Plantando pinos

El viernes nos fuimos a plantar pinos. El ayuntamiento quería reforestar parte de una ladera, y nos pidió que echáramos una mano. Con toda probabilidad, los empleados del ayuntamiento habrían llevado a cabo su tarea de forma más rápida y eficaz sin nuestra participación, pero, claro, era una oportunidad para salir al campo, y además tratar de colaborar en esta fantástica iniciativa, porque no todo el mundo puede hacerlo. Y allí fuimos, equipados con nuestras pequeñas palas de jardín -o de playa-, dispuestos a pasar un rato al aire libre, y a permitir que unos pocos seres vivos crecieran juntos. Pasarán varios años hasta comprobar si nuestra iniciativa tuvo algún éxito; espero que todos recuerden este día, y la zona aproximada donde plantaron su árbol. Ellos también crecerán, junto con los pinos de su pueblo.

Javier Krahe, uno de mis cantautores favoritos, hace muchos años escribió una canción que tituló "El tío Marcial". Cuenta la historia de alguien a quien, después de haber escrito un libro, haber tenido un hijo, y haber plantado un árbol, le viene a visitar la Muerte. Marcial, -quien podría ser perfectamente el propio Krahe, siempre obsesionado con la muerte- viendo que ésta se presenta con su imagen habitual, guadaña al hombro, le dice que no, que aún no, que se vaya "a cortar el césped...". Y cuenta la historia de su libro, de su árbol, y de su hijo.

Os pongo aquí sólo la historia de su árbol. El resto de la canción la podéis buscar por ahí.

"...El árbol que planté,
benemérita acción,
porque ya quedan pocos,
en mi pobre ciudad,
era un sauce llorón,
llorón, pero sin mocos.

Pero resulta que,
tenían otro plan
las urbanizaciones,
¡pobre sauce llorón!,
ya secó el alquitrán
tus verdes lagrimones..."

A ver si hay suerte, y agarra alguno.

25 de abril de 2008

El Correo de Cadalso, nº V

Ya sé que estábais todos impacientes por leer El Correo de Cadalso, el mejor periódico del mundo. Ya a la venta (gratuita), el quinto número. Ha tardado un poco más por varias razones:

1 - Reservar la sala de ordenadores para los miércoles (único día que tengo dos sesiones seguidas de Lengua) es una tarea complicada. Si no estás atento, cuando quieres reservarla ya es tarde.
2 - Quería esperar a hacer la visita a Madrid es Ciencia. Esperaba que algún periodista escribiera una crónica del evento. Podéis (debéis) leerlo aquí.
3 - Tenemos mucho trabajo. Para poder escribir en el periódico, primero tenemos que seguir aprendiendo a escribir...
4 - Yo no soy quien selecciona los temas para los artículos, y no todos tenían ya su artículo preparado... tengo algunos periodistas en la redacción un poco vagos. Si no los empujas, no escriben.
5 - A algunos periodistas se les olvida su contraseña para poder escribir, y debo registrarles de nuevo.

Como es habitual, este nuevo número está lleno de artículos muy interesantes. Hemos dado un giro más personal al estilo -no sé muy bien por qué, la verdad-, y en esta ocasión podéis disfrutar con la lectura de algunas experiencias que nuestros periodistas han vivido en primera persona. Además, un reportaje sobre la fiesta del Hornazo, propio del Pulitzer, otro sobre "El carné de calculista", un cuento con toques surrealistas sobre pájaros (su autor es un experto ornitólogo), un magnífico artículo sobre la emigración, otro sobre un viaje a Marruecos, nuestra experta en poesía nos regala una más de sus favoritas... Tenemos incluso publicidad (también gratuita) sobre una tienda de chuches del pueblo, donde parece ser que tienen nuestros anteriores ejemplares expuestos en el escaparate.

¿No os he dicho ya que es el mejor periódico del mundo?

24 de abril de 2008

Hoy, de excursión

Eso decían ellos, "nos vamos de excursión", pero más que una excursión, ha sido una visita a la Feria de Madrid, en una exposición llamada Madrid es Ciencia. Como me temía que estaría lleno de gente, y así ha sido, he pasado el día más preocupado de que no se me perdiera ninguno que de poner el mínimo interés en los expositores. En el único que he podido prestar unos minutos de atención ha sido en el stand de la Expo de Zaragoza, donde me han obsequiado con alguna documentación y un par de posters. Pero nada más, el resto del tiempo, haciendo recuento mental cada cinco minutos, e insistiendo que no se separaran del grupo. Como soy, quizá, un poco paranoico, me daba terror pensar que subíamos al autobús y me faltaba alguno. Me siento más relajado si vamos al campo; imaginad a varios miles de niños y adolescentes de un stand a otro pidiendo bolsas, posters, bolígrafos o cualquier otra cosa. En uno de ellos, creo que de la Comunidad de Madrid..., estábamos más o menos agrupados cuando ha sucedido lo que yo me temía. He visto a un chaval vestido con una camiseta con el logo de la Comunidad de Madrid, identificado claramente como alguien perteneciente al stand. Llevaba una caja de cartón enorme. En el centro del stand había una urna de metacrilato y dentro unas pocas pelotas de goma. Se ha acercado a la urna, y ha esperado a que hubiera suficiente gente alrededor para volcar la caja sobre la urna. De repente, una enorme montonera de chavales, algunos grandes, otros pequeños, se han abalanzado sobre la urna, y algunos han caído al suelo empujados por los demás. Entre ellos, algunos míos. Afortunadamente no ha pasado nada (algunos han conseguido coger cuatro pelotas, otros ninguna), pero la urna se ha roto en pedazos, y las bolas han salido rodando por el suelo. El susto ha sido mayúsculo. Y la estrategia de la gente del stand, lamentable.

Mis alumnos han disfrutado, pero yo no. Prefiero las excursiones de toda-la-vida, al campo, a contemplar esta fantástica primavera. Por cierto, hace tiempo os mostré una foto del pantano. Como, por fin, ha subido, ayer hice otra.

23 de abril de 2008

San Jorge


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Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne y una petunia (lo siento, no tengo rosas) para todos vosotros. ¡Viva Sant Jordi! ¡Viva Julio Verne! ¡Viva internet!

22 de abril de 2008

Los dientes

Desde que empezó el curso, de vez en cuando a mis alumnos se les caen los dientes. Pensaréis que es algo lógico y natural, y claro que lo es. A otros, dentro de poco también nos pasará lo mismo, pero ya no será igual... no volverán a salir.

¿Sabíais que...?

El ratoncito Pérez es un personaje de leyenda muy popular entre los niños españoles e hispanoamericanos.

No en todas nuestras Comunidades Autónomas tiene el mismo nombre:
- En Cataluña, "l'Angelet" (el Angelito)
- En el País Vasco, "Mari teilatukoa" (Mari la del tejado)

El origen de la leyenda parece estar en un cuento, escrito por un jesuita, el Padre Luis Coloma (1851-1915), miembro de la Real Academia Española. Recibió el encargo de escribir un cuento al rey Alfonso XIII, para que no se preocupara por aquella pérdida.

A mí me encantaría poder dedicarme a eso. Me gustaría haber sido el Padre Luis Coloma y haber recibido tal encargo.

¡Por el Ratoncito Pérez! ¡Salud!


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Foto de Madrid, en la calle Arenal.

21 de abril de 2008

La emigración

Hoy hemos estado aprendiendo -bueno, mejor, hemos estado leyendo- acerca de la emigración. De la diferencia entre emigrante e inmigrante, de que no hace muchos años en España hubo mucha gente que tuvo que emigrar en busca de trabajo, como lo hacen ahora muchas familias del este de Europa, del norte de África y de Sudamérica. Hemos aprendido -bueno, mejor, hemos leído y contestado a preguntas- sobre qué es la población natural, qué es el crecimiento real, qué es la mortalidad y la natalidad, etc. Me he acordado de una canción de Carlos Cano, que habla de eso. De cómo éramos los españoles entonces. El Salustiano, así se llama la canción, retrata no sólo la falta de perspectiva económica que existía en nuestro país, sino también el estado lamentable de educación y formación de muchos españoles.

Hasta un pueblo d'Alemania
ha llegao el Salustiano,
con más de cuarenta años
y de profesión el campo,
pa buscarse l´habichuela
y ahorrar algunos marcos
y que pueda la parienta
comprar algunos marranos.

Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.

En principio se hace dura
sobre to la soleá,
esa gente chamullando
no se le entiende ni atá.
Menos mal que algunas veces
la embajada cultural
nos mandan al Julio iglesias
y a un tal Manolo Escobar.

Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.

Y así s'acaba la historia
del güeno del Salustiano,
de tanto apencar los huesos
otro gallo l'ha cantado.
Gallo dice que l'obrero
de cachondeo está harto,
si no hubiera ido a Alemania,
no hubiera aprendido tanto.

No sé cómo podría explicarles -para que lo entendieran- que hubo en España muchos como Salustiano hace unos pocos años. Me he acordado de Salustiano, y de los españoles que ahora estudian y trabajan en Alemania (especialmente de unos cuantos, a los que empiezo a tener, aunque no los conozco personalmente, un cariño especial).

18 de abril de 2008

Año 2030

El hombre ha encontrado por fin una fuente de energía limpia y sostenible. Ha aprendido a conservar los recursos naturales, ha aprendido a respetar las razas, las religiones, los sexos, las ideas.

Madrid es ya una capital donde todo el mundo va en bici. Es miércoles, y como todos los miércoles, me dirijo a escuchar una conferencia en el Salón del Maestro Jubilado. Hoy, un joven de unos treinta años presenta su libro. Un libro escrito en dos lenguas: el árabe y el español. Me coloco en las primeras filas, y cuando el joven escritor sube al escenario me quedo paralizado. Es él, no hay duda. Termina la conferencia y me encamino a saludarle. Entonces, saco este papelito de mi cartera, y se lo muestro. Un papelito que me dio, doblado, un viernes, en el mes de Abril del año 2008.

Soñar no cuesta nada.

17 de abril de 2008

Empanaos

Hoy estaban empanaos. Como quizá da la impresión de que estamos todo el día leyendo poesía y prestando el máximo de atención, tal vez también sea bueno contar que no siempre es así. Aunque no lo recuerdo exactamente, no creo que ninguno de los grandes pedagogos a los que leí cuando era joven utilizaran este término para referirse al estado de ánimo y nivel de atención de los alumnos. Tampoco creo haber leído nada sobre la influencia de la climatología en la atención en clase. Pero hoy llovía -hemos tenido que quedarnos en clase durante el recreo- y estaban empanaos. El empanamiento se contagia rápidamente de unos a otros, de manera que, aunque resulte difícil creerlo, basta que tres o cuatro de los que normalmente prestan atención tengan una actitud desganada para que lo hagan todos los demás. Y así surge el empanamiento global. Casi todo lo que he tratado de explicar tendré que repetirlo.

Aunque quizá, no lo sé, el que estaba empanao era yo.

16 de abril de 2008

Pablo Neruda y Manuel Picón

A Pablo Neruda lo conocéis. A Manuel Picón lo conocí yo. Tuve ese privilegio cuando estudiaba Magisterio, hace más de... veinticinco años. Manuel Picón era un cantante, guitarrista y compositor uruguayo que, entre otros discos, publicó junto con su mujer, Olga Manzano, un maravilloso disco de poemas de Pablo Neruda: Los versos del Capitán. Un día apareció por clase, invitado por uno de mis profesores. Nos habló de la poesía, animándonos a hacer lo mismo cuando estuviéramos delante de nuestros futuros alumnos. Hoy, en clase de Lengua y, a última hora, en Expresión Plástica, hemos escuchado la voz de Pablo Neruda en clase. Una voz compuesta de dos voces, la de un hombre y una mujer, que nos han hablado de lo importante que era para el poeta la risa. Hace tiempo que escuchamos a Miguel Hernández decir "tu risa me hace libre, me pone alas"; hoy nos ha contado Pablo Neruda:

"Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere.
Niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca,
porque me moriría".

Hemos escrito el poema en lugar del dictado que venía en el libro, como en ocasiones anteriores, pulsando el botón de "pausa" en el Itunes, para tener tiempo suficiente de escribirlo todo. Luego, a última hora, mientras construían un farolillo de papel, con el infame pegamento de barra que ni-pega-ni-ná, algunos ya se han animado a cantarla.

A Manuel Picón volví a verlo, muchos años después, cuando trabajaba en Anaya. Vino, junto con otros cantautores, a ofrecer un miniconcierto. Y, por segunda vez, fue un privilegio escucharle. Poco tiempo después, leí en los periódicos que se había ido para siempre.

Supongo que os hacéis una idea de lo que me hubiera gustado que él hubiera estado en clase hoy. Veinticinco años después, "Tu risa", de Olga Manzano y Manuel Picón, queda escrita en unos pocos cuadernos, y escuchada por unos pocos alumnos.

15 de abril de 2008

El congreso de Atapuerca

Hace varios millones de años, un grupo de Neandertales que vivían en la provincia de Cuenca se reunieron para organizarse. Todos tenían problemas parecidos, y por tanto a todos les interesaba buscar alguna solución. Pensaron que quizá compartiendo sus experiencias podrían encontrar soluciones; hasta entonces cada uno había tratado de encontrarlas por separado, sin éxito. La caza escaseaba, la pesca requería grandes desplazamientos, y su transporte hacía que se pudriera antes de consumirla, el consumo de frutos del bosque a veces les producía severos trastornos intestinales, e incluso la muerte, etc. Para sobrevivir, había que tener en cuenta cada vez más cosas, cosas que tenían que ver con la climatología, con la fauna, con la flora, con todo lo que rodeaba su pequeña comunidad. Y todas esas cosas se transmitían de generación en generación por el único método eficaz que funcionaba de forma natural: la imitación. Los hijos aprendían de sus padres. Con el tiempo, cada una de estas pequeñas comunidades, gracias a la imitación y al estudio cotidiano de su medio, fueron aprendiendo más cosas, y esto hizo que cada grupo tuviera cada vez más conocimientos de su medio (ellos no sabían que, millones de años después, todas esas cosas que aprendían de sus padres los Homo Sapiens lo llamaríamos Conocimiento del Medio). Y aunque la imitación funcionaba razonablemente bien, tenía una pega: los hijos sólo podían aprender lo que veían y escuchaban de sus padres. Había, por tanto, comunidades especializadas en pescar, otras en cazar pequeños mamíferos, otras muy versadas en hierbas y frutos, otras que sabían construir viviendas confortables (en lo que ahora es Seseña), otras conocían multitud de hierbas, tubérculos y raíces que mitigaban sus problemas de salud...

En aquella primera reunión en Cuenca decidieron dos cosas importantes: comenzar a comercializar sus productos. Volverían todos los meses allí, y cada pequeña comunidad tendría un espacio -un stand- para exponer todo aquello que quisiera intercambiar: caza, pesca, hierbas medicinales, etc.

Fue todo un éxito. A partir de entonces los conocimientos del medio ya no se limitaban a su pequeño entorno, sino que conocían muchas más cosas que quedaban muy lejos. Conocían el mar, aunque muchos de ellos no lo habían visto.

Y en aquel congreso decidieron también que habría dos cosas con las que nunca comerciarían: la educación y la sanidad. Surgieron entonces dos nuevos empleos: los médicos y los maestros. Ellos no cazarían ni pescarían; unos y otros se dedicarían a cuidar de la salud del resto, y a enseñar a los pequeños neandertales los fundamentos básicos de la vida en comunidad. Acababa de nacer, en aquel gran salón de Atapuerca, el servicio público.

Lo sé porque tengo un amigo Neandertal que me lo ha contado.

14 de abril de 2008

La educación es un bien público

Estoy tratando de escribir sobre ello, escribiendo un pequeño relato sobre la sanidad y la educación. Y sobre lo que significa "servicio público". Al menos para mí. Pero como aún no lo he terminado, y hoy ya no me da tiempo, pido disculpas y os emplazo para mañana. Tengo que corregir los exámenes de mis alumnos sobre la Comunidad de Madrid. Al menos, lo único que deben hacer es aprender sus datos geográficos.

(Hoy ha venido a darnos una charla a los maestros un sindicalista de CCOO, a contarnos lo que parece que se pretende hacer en la Comunidad de Madrid con la educación. Me he quedado anonadado.)

10 de abril de 2008

El filántropo

filántropo, pa.
(Del gr. φιλάνθρωπος).
1. m. y f. Persona que se distingue por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad. U. t. c. adj.

Muy distinguido señor:

Como ya es de su conocimiento, me permito ponerme en contacto con usted para comentarle mi situación, con la esperanza puesta en que, dado su interés por la educación pública de calidad, y vistos los escasos medios con los que la escuela cuenta, tenga a bien tratar de satisfacer nuestras necesidades, si no totalmente, sí al menos en lo que concierne a la dotación de herramientas multimedia para el aula.

No queremos sustituir la pizarra por una pantalla. Lo que queremos es tener una pizarra más grande, una pizarra que ocupe toda la pared, desde el suelo hasta el techo. Además, en la misma pared, queremos tener una pantalla de proyección que podamos subir y bajar, siempre que la tarea en cuestión lo requiera.

Además, necesitamos un videoproyector colgado del techo, con un mando a distancia para poder encenderlo, y cuya conexión esté situada en la mesa del profesor. Eso me permitiría proyectar la imagen de mi ordenador en cualquier momento, sin tener que ir mesa por mesa mostrando a mis alumnos la imagen.

Por otro lado, también necesitamos tener cuatro altavoces autoalimentados, de calidad suficiente, situados en cada esquina del aula. Como en el caso del videoproyector, la conexión de audio estaría también disponible en la misma regleta de conexión que la mencionada para la señal de video, en la mesa del profesor.

Como ya habrá imaginado, dada su amplia experiencia en actividades filantrópicas de este estilo, nada de esto tendría sentido sin una conexión a Internet de banda ancha, con velocidad suficiente para poder ver sin dificultad una señal de video on-line.

Los mapas, el proyector de diapositivas, las filminas del Padre Jaime, el proyector de Super8, el retroproyector, el proyector de opacos, y el resto de equipamiento del siglo pasado podrían pasar a formar parte del Museo del Cole que usted tiene previsto crear.

Como habrá comprobado, no le solicito ningún ordenador, ni para mí, ni para mis alumnos. Aunque sería deseable, entiendo perfectamente la limitación del presupuesto, incluso teniendo en cuenta su desahogada economía. Yo podría seguir trabajando con mi mac, y mis alumnos con sus lápices, sus libros y sus cuadernos.

Tampoco incluyo en esta carta ninguna solicitud en cuanto al software. El motivo no es que no valore el trabajo de los desarrolladores. No lo hago porque, estando obligado a elegir, no me cabe ninguna duda. Prefiero un videoproyector a 20 paquetes del Office. No se preocupe usted, ya me las apañaré. Y no estoy sugiriendo, aunque lo parezca, mi intención de hacer copias ilegales. Yo mismo, como sabe, también fui desarrollador de software, y nunca cobré derechos de autor. Pero no puedo sacar partido de ningún software sin el mínimo equipamiento adecuado. Ni siquiera del software gratuito, o libre de derechos.

Como ya le comenté, todo este equipamiento sólo tendría un objetivo: mejorar la calidad de la enseñanza, desde el punto de vista objetivo de la eficacia. Como a usted mismo le he oído decir, la eficacia es la base de la economía. Y tengo claro que no hay nadie mejor que usted en eso.

Quedo enteramente a su disposición para ampliar cualquier detalle.

Atentamente,

Mújol, maestro de Primaria.

9 de abril de 2008

Mix y su cascabel

Hoy quiero hablar de las cosas que aprendemos de memoria, pero no de las obligadas, como los ríos de España, sino de las cosas que aprendemos por puro placer, por pura diversión. Esas cosas quedan grabadas en la memoria, en nuestro disco duro, de forma indeleble. Podría poner varios ejemplos; pero uno de los que más me gustan es un cuento troquelado que leí... a la edad de mis alumnos. Los cuentos troquelados eran pequeñas publicaciones que se vendían en los quioscos, o en las pequeñas librerías, que tenían la forma del personaje protagonista. Mix era un gato, y el cuento del que os hablo tenía, en la parte derecha, el perfil recortado de la cabeza de Mix. Luego, en el interior, preciosas ilustraciones en cada página y un pequeño texto, en verso, que contaba la historia: la historia de Mix, su cascabel, y su mamá Gata.

Ni conservo el cuento, ni conozco los autores de texto e ilustraciones. Mi hermana mayor, que en mi familia es la única que guarda cosas, sí lo tiene. Alguna vez cuando he ido a su casa me lo ha enseñado, y he comprobado con satisfacción que se encuentra aún en buen estado, a pesar de la debilidad del papel, y de los muchos años. Siempre he pensado que aquel autor desconocido no tuvo el reconocimiento que merecía, ni él, ni el ilustrador. No puedo reproducir aquí las ilustraciones, pero, gracias a la memoria, sí puedo intentar contaros el cuento, aunque no recuerde exactamente todas las estrofas.

Como hoy es tu santo, hijito,
-dijo a Mix su mamá Gata-
te compré un cascabelito,
hace un tilín muy bonito,
no lo pierdas, que es de plata.

La maestra se desvela
para darte educación,
si no quieres que me duela,
pórtate bien en la escuela, Mix,
no seas trapalón.

¡Bah! Fácilmente se engaña a la maestra
¡es tan buena!
Yo prefiero alguna hazaña,
en el bosque o la montaña,
¡el colegio me encadena!

Entretenido en jugar,
perdí el cascabel,
¡Atiza, y me van a castigar!
¿Qué excusa puedo inventar
para ahorrarme la paliza?

(Mmm, no me acuerdo. Un momento, que voy a llamar a mi hermana por teléfono)

Caminando hacia el colegio, sale el enano del bosque.

-Excusas no, la verdad,
mal vas si engañar intentas.
Tómalo, desde hoy
será guardián de tu lealtad.
Te culpará cuando mientas.

Y piensa Mix vanidoso:
"A todos quiero enseñar
mi cascabel primoroso
que, al verlo, algún envidioso,
de rabia va a reventar".

(Llega al colegio, en un dibujo precioso de todos los animales del bosque en sus pupitres)

Mix -la maestra se queja-
¿Dónde ha estado, díganos?
-En casa, doña Coneja,
es que mamá ya es muy vieja,
y tuvo un ataque de tos.

¿Veis brilar la maravilla
de este cascabel de plata?
Antes sí, -dice la ardilla-
pero ahora ya no brilla
y parece de hojalata.

¿Cómo te atreves, pilluelo,
a decir que es de quincalla?
Has de saber que mi abuelo,
general de mucho vuelo,
lo ganó en una batalla.

Mix vuelve a casa y mamá Gata dice:

¡Cómo lo traes, pillín,
casi es negro!
- Quise hacer de saltarín
caí en un hoyo de hollín
y el cascabel se ensució.

Con un trapo lo he frotado
y no reluce el metal
¡Alguien te lo habrá embrujado
porque te portaste mal!

(Aparece de nuevo el enano del bosque)

Gato embustero, suspira,
como no me has sido fiel
has de llorar tu justa ira.
Al decir cada mentira
¡vuelves negro el cascabel!

- Mamá, ayer dije una mentira
te quise engañar.
-Tu sinceridad me admira
y el premio tienes ya.
Mira, el metal vuelve a brillar.

Mix, ante el colegio entero
con humildad se conduce
confiesa que fue embustero,
y al ser más bueno y sincero
el cascabel más reluce.

Y aquí se acaba la historia
de Mix y su mamá Gata.
Fue feliz, jamás mintió,
y el brillo nunca empañó
de su cascabel de plata.

____________________________________

Al autor de Mix y su cascabel. Un homenaje en internet, cuarenta años después.

Gracias, Piluca. Entre los dos, y sin leerlo de nuevo, hemos conseguido acordarnos. Pero, por si acaso, cuando tengas un rato, búscalo.

8 de abril de 2008

La humildad

humildad.
(Del lat. humilĭtas, -ātis).
1. f. Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.

No soy escritor, pero todas las noches de mi vida me he ido con un libro a la cama.
Rafael Azcona


Hay algunas personas, pocas, cuya vida y obra suponen para todos nosotros una lección de humildad, como el caso del recientemente fallecido guionista. Como hay muy pocos casos así, cuando te los encuentras lo menos que debes hacer es aprender de ellos; si además eres maestro, también deberías mencionarlo a tus alumnos, o al menos animar a la reflexión sobre lo importante que es la humildad, sobre lo difícil que resulta ser humilde. Da la impresión, cada vez más alimentada por la televisión -cada vez más enemiga del maestro-, que es mucho más importante tener la capacidad de convencerse de que uno es muy bueno en algo: tú sí que vales. Y podemos llegar hasta tal punto en esa afirmación, que nuestro egocentrismo sea la única razón de nuestra existencia. Yo valgo mucho, soy el mejor en esto, y no hay nadie que pueda enseñarme nada sobre ello. Vemos y escuchamos casos así todos los días, pero es muy raro escuchar a alguien decir: "No soy muy bueno, pero aprendo rápido." En la empresa privada, en la que he estado tantos años trabajando, te defiendes mejor si eres egocéntrico que si eres humilde. Necesitamos, todos nosotros, que los demás nos reafirmen, alimentar nuestra seguridad en nosotros mismos, sin darnos cuenta que, la verdadera seguridad, viene dada por el conocimiento, cada vez más profundo, de nuestras limitaciones, no de nuestros logros.

A algunos de mis alumnos les sorprende que les diga que nunca se para de aprender. Que lo que uno hace en esta vida, constantemente, es aprender; que después, cuando termine el colegio, se sigue aprendiendo; que sólo paramos de aprender cuando morimos. Y, muy posiblemente, ni siquiera así. Quizá entonces el aprendizaje sea otra cosa, quizá entonces aprendamos, por ejemplo, lo que es el infinito.

Y que es mucho mejor aprender rápido que saberlo todo.

7 de abril de 2008

Efmamjjasond

Bien, por fin llueve sobre el pantano. Ya era hora. Aquí estoy, delante del teclado, con el bocadillo de la merienda -recuperemos esta fantástica costumbre- y dispuesto a charlar un poquito con vosotros.

Lo hemos visto por primera vez en el libro de Cono hoy, y se lo he explicado a mis alumnos. Cuando yo era como ellos -a la edad de mis alumnos...- vi esta palabra también por primera vez: EFMAMJJASOND (rápidamente se han puesto a buscarla en sus diccionarios, y rápidamente les he explicado que no venía en el diccionario, que no era exactamente una palabra). Lo recuerdo porque, en aquel momento, no me atreví a preguntar a mi maestro qué significaba. Y acabó el curso, y yo no supe por qué, en algunos gráficos del libro, principalmente en aquellos relacionados con el clima, aparecía siempre en la parte inferior esa palabra, siempre escrita con mayúsculas. Aunque estoy seguro que ninguno de mis alumnos se quedaría sin preguntármelo, me ha parecido interesante contar la anécdota. Siempre que puedo, trato de relacionar lo que estamos estudiando con mi propia experiencia; intento contar alguna anécdota, o algún dato curioso que me venga a la memoria. Ellos no saben que me encanta contar anécdotas, y además no me llaman abuelo cebolleta...

Por eso hemos estudiado las temperaturas y las precipitaciones que se suelen dar en la Comunidad de Madrid durante todo el año. Hemos sacado el cuaderno, y he dibujado en la pizarra, sin Excel ni nada, un gráfico de barras. En vertical, las temperaturas de 0 a 40 º. En horizontal, EFMAMJJASOND.

3 de abril de 2008

La caligrafía

caligrafía.
(Del gr. καλλιγραφία).
1. f. Arte de escribir con letra bella y correctamente formada, según diferentes estilos.
2. f. Conjunto de rasgos que caracterizan la escritura de una persona, de un documento, etc.

Cuando entro a dar Inglés en la clase de los de sexto y hay algo escrito en la pizarra, siempre pienso lo mismo: qué maravilla de letra tiene Manuel, mi compañero de 6º. Es perfecta, las efes, las zetas, todo. Es tan bonita que, antes de borrar, lo comento siempre a los alumnos: qué envidia me da no tener una letra tan bonita. No quiero disculparme, ni buscar excusas, pero Manuel, que es de mi quinta, lleva toda su vida de maestro, y yo he estado veinte años en un paréntesis. Aún así, en mis primeros años de maestro mi letra era tan fea como la de ahora. Todos estos años escribiendo en el teclado no han empeorado mi caligrafía, pero, claro, no ha mejorado nada. A pesar de que me esfuerzo, principalmente porque tengo dos alumnos que acaban de aprender a leer, cuando escribo en la pizarra y luego miro lo escrito desde el fondo del aula, compruebo con cierto desasosiego que debería mejorarla. Exactamente lo mismo que les digo a mis alumnos cuando compruebo sus cuadernos.

Este año estoy aprendiendo mucho. Aprendo cosas que aplicaré el año que viene. No hace falta que venga mi jefe a decírmelo, noto rápidamente lo que funciona y lo que no funciona, o lo que debería funcionar mejor. Y una de esas cosas es mi caligrafía. Y recuerdo a mi señorita Victoria, estando en Párvulos. Mi mamá me mima era la expresión pictórica de la perfección. Te mimase o no tu mamá -la mía me mimaba mucho, y aún lo sigue haciendo- aquella caligrafía, con curvas y rectas tan bien formadas, se proyectaban desde la pizarra hacia todos nosotros. Así comenzamos a aprender lo que estaba bien, y lo que estaba mal.

¿Quién se acuerda de esta imagen?

2 de abril de 2008

Una historia de miedo

Hoy en Lengua nos tocaba hacer un ejercicio de expresión oral. Por parejas, teníamos que contar a nuestro compañero alguna anécdota autobiográfica, para que él después pudiera contarla al resto de la clase. No ha estado mal, pero he tenido que corregir multitud de errores (formas verbales incorrectas, dicción ininteligible, vocabulario inadecuado, etc.). Casi todas las anécdotas tenían como tema principal el miedo, o el miedo que finalmente se transforma en risa, o en alivio. Lo que es evidente es que a esta edad les gustan mucho las historias de miedo, como quedó claro en los últimos artículos que han escrito en El Correo de Cadalso (la historia de Verónica Jaja, La chica de la curva, etc.).

Como yo no he podido jugar, porque me tocaba hacer de maestro, voy a contar mi anécdota aquí. Es también una historia de miedo, mis alumnos me han hecho recordarlo, aunque, en el fondo, una experiencia así nunca se olvida. Allá voy.

Fernando (el intérprete), Santiago, Chito y yo conseguimos permiso de nuestros padres -aún no me explico cómo- para poder pasar dos días de camping, en el río Alberche. Curiosamente, es el mismo río que veo ahora por la ventana, formando el pantano del Burguillo (al 20% de su capacidad...). El río quedaba a pocos kilómetros de nuestras casas (la cultura del chalet de fin de semana, tan presente en la historia de muchos de nosotros), de manera que podíamos ir andando. Cuando llegamos al río, decidimos, en vez de acampar, seguir andando río arriba, para ver qué había después. No lo recuerdo bien, pero supongo que subimos un par de kilómetros más, siempre pegados a su orilla, y bañándonos en él de vez en cuando. Una maravilla de río, que incluso nos permitía nadar sin hacer pie. Después de caminar toda la mañana, vimos un sitio que a los cuatro nos pareció perfecto. Un sitio con sombra, cerca del río, y con una pequeña zona llana para poder montar la tienda. Era la primera vez que estábamos solos, y ninguno de nosotros tenía experiencia alguna en conceptos como hornillo de camping-gas, objetos de aseo personal (cepillo y pasta de dientes, etc), o cómo elegir el lugar adecuado para montar una tienda.

Al caer la tarde, el nivel del río comenzó a subir de forma alarmante, y tuvimos que desmontar la tienda: estábamos en una isla.

Llegó la noche, y los cuatro nos juntamos junto al fuego. Para mí, y no me importa decirlo a pesar de ser un tópico tan utilizado, las palabras reunirse junto al fuego me siguen sonando muy dulces.
Santiago, el más mayor, y el más raro, comenzó a contar historias de miedo. Aunque a mí nunca me han gustado las historias de miedo -y mucho menos las películas de miedo-, entiendo que a esa edad esas historias fluyan. Nos estamos preparando para no pasar miedo, para superarlo escuchándolas y pensando que "menos mal que no me tocó a mí". Y entonces, en aquella noche de verano más negra que el carbón, alguien lo escuchó primero.

- Me ha parecido oír un gruñido. Pero no de una vaca ni nada de eso. Un gruñido como de león.

Todos, Santiago más, teníamos un humor un poco absurdo. Hacíamos y decíamos cosas que sólo nosotros entendíamos. Era, supongo, una forma de identificarnos, y de distinguirnos de los demás.

(Ya de mayores, los tres en Vespa por Madrid. Santiago y Fernando se bajaban, de repente, en un semáforo, y empezaban a darme golpes, como si nos estuviéramos peleando. Inmediatamente los coches empezaban a pitar para defenderme).

Seguimos charlando, y otro, creo que yo fui el segundo, pero no podría asegurarlo, escuchó también el rugido. Indudablemente de un animal salvaje. Un león, un tigre, un tigre dientes-de-sable, un tiranosaurio, ¡yo qué sé!. Pero lo escuché. Perfectamente. El volumen que produce un animal así, aunque sólo lo hayas escuchado en el circo, es inequívoco. Un sonido que no entra sólo por los conductos auditivos, sino por la piel. Lo oyes por la piel.

Entonces, conseguimos que los demás nos prestaran atención. Hicimos muchas pausas de silencio, para poder escuchar algo. Nada. No se oía nada de nada, sólo algunos pájaros. Santiago, un tío muy inteligente que se ganaba rápidamente la atención de todos, nos habló de la capacidad que tenían algunas personas de convencerse de algo, aunque no estuviera sucediendo, y conseguir, a base de pensarlo, que sucediera de verdad. Yo al menos, -Fernando no lo sé, porque no hemos hablado de eso-, estaba ya aterrorizado. Pero, aunque hubiera venido el mismísimo Tiranosauro a darme un lametón en la cara, no lo habría reconocido. Reconocer eso delante de los demás era el fin, la pérdida total de todo tu crédito, si es que te quedaba alguno.

Y, en pocos minutos, no era un rugido. Eran varios enormes rugidos rodeándonos. Y los cuatro los oíamos por todas direcciones. Y cada vez más alto, cada vez más cerca. Tan cerca que podían estar detrás de aquellas ramas, donde alcanzaba la luz del fuego. Y los cuatro tuvimos miedo. Tuvimos muchísimo miedo. Los cuatro no sólo reconocimos públicamente que estábamos aterrorizados, sino que comenzamos a pensar en nuestras familias. Qué pensarían al ver, al día siguiente, nuestros cadáveres.

Pero amaneció. Habíamos acampado cerca del Safari Park de Aldea del Fresno. Cerca de la valla que separa a los leones.

A mis alumnos, con todo mi cariño.

1 de abril de 2008

Los ríos de España

Curiosamente, el primer software que hice, hace muchísimos años, era sobre los ríos de España. Sobre un mapa dibujado en Mac Paint -el bisabuelo de Photoshop-, dibujé a mano los ríos españoles más importantes. Luego, con una serie de "botones" invisibles, aquel viejo mac que tenía mi hija decía (con mi voz) "Hija, ¿cómo se llama este río?". Si escribías bien el nombre respondía "Muy bien, hija". Si no escribías bien el nombre, respondía "No, fíjate bien". Si volvías a escribirlo mal, respondía "Ya me estás cansando, ¡otra vez!". Lo curioso es que cuando mi hija hacía demos del programa a sus amigas, lo primero que hacía era hacerlo mal, para que todo el mundo escuchara mi voz regañándola. Era un programita hecho en Hypercard, una maravilla de Bill Atkinson, uno de los genios que entonces formaba parte del equipo de Apple. Entre otros importantes avances, Hypertalk (el lenguaje de programación de Hypercard) fue el primer lenguaje que incluía el concepto de hipertexto.

Quién me iba a decir a mí que, veinte años después, iba a tener que enseñar los ríos de España, con un mapa colgado en la pared, y con la pizarra como herramienta principal (y casi única). Pero no pretendo aquí lamentarme por la falta de medios. Hace veinte años yo ya estaba convencido de que los ordenadores supondrían una aportación al proceso educativo muy significativa (algún día me gustaría reflexionar aquí cómo era la informática antes de internet). Mi responsabilidad, mi labor, y mi objetivo es que mis alumnos sepan identificar los principales ríos de la Península Ibérica (en Baleares, torrentes, y en Canarias, barrancos). Y, como es obvio, no me importa cómo conseguirlo. La cuestión es que lo aprendan.

No quiero lamentarme aquí por no tener Google Earth en clase para ver los ríos. Lo que me inquieta, es que muchos de esos ríos ahora los puedes cruzar andando. Los ríos más importantes de España.