6 de noviembre de 2013

Notas de prensa

He estado echando un vistazo a la prensa, y se me ha ocurrido hacer un resumen de lo más destacado en los últimos días (así, de paso, lo mismo alguien se anima a comentar algo a los periodistas):

  • Como este año en la clase de los mayores están también los de tercero -que se han convertido en mayores por imperativo legal-, el otro día estuve explicando a los de quinto y sexto el tema de la reproducción sexual de los animales y, mientras, los de tercero hacían sus ejercicios, aparentemente ajenos a lo que yo explicaba a sus compañeros más mayores. Aún así, y según he leído, parece que algún periodista de tercero estuvo escuchando... Su padre cría conejos, y por eso hace una precisa descripción de lo que hacen los conejos cuando "les pasan los espermatozoides" a las hembras. El otro día apareció un taxi por el pueblo, y este periodista del que os hablo se quedó completamente alucinado, como si hubiera visto un Ferrari. Sin embargo, me pregunto cuántos niños de Madrid conocerán los detalles de la reproducción sexual de los conejos. Conocimiento del Medio.
  • Este otro periodista se despide de nosotros con su último artículo. Se va a Bolivia. Cuando los periodistas de este periódico, ya sabéis, el mejor periódico del mundo, se despiden porque se van al instituto, nos da mucha pena a todos, y todos los años leemos algún artículo de este tipo. Pero este caso es especial. Jorge está en segundo, y el destino se lo lleva a un país que aún no conoce. Espero que la vida le trate bien allá, porque Jorge se lo merece.
  • También podemos leer temas relacionados con la prensa del corazón. Yo mismo no sabía que tenemos un periodista especializado en la prensa del corazón, y eso que soy el director del periódico. Murió Manolo Escobar, y me vi a mi mismo, hace casi cincuenta años, subido en un taburete y cantando en las reuniones familiares lo del "trigo entre toas las flores, ha elegido a la amapolaaaa...". 
  • Y todo eso, sin contar con operaciones quirúrgicas que afortunadamente han ido bien, excursiones al Parque de las Aguas, visita del dentista al cole, apasionantes jornadas de caza, perras que han tenido crías, trabajos en los ayuntamientos, noticas deportivas...
En definitiva, un poco de todo. Como en el resto de periódicos.


26 de octubre de 2013

Ex-alumnos

Tres artículos (tres entradas) en lo que va de año. Y luego les digo a mis alumnos que escriban. Este blog es una falacia... (si alguien no sabe lo que significa "falacia" que lo mire aquí.)


Te echo de menos, y les pido disculpas a mis actuales alumnos, a los que les tengo mucho cariño, por decirlo en público. Eso no significa que no los quiera a ellos, porque -aunque alguno quizá lo dude- también los quiero a ellos; pero hace mucho tiempo que quería decírtelo, y no sabía cómo, o no encontraba el momento. Así que este artículo (esta entrada) es para ti.

A los maestros, a todos los maestros, nos encanta pensar que nuestros ex-alumnos tienen un buen recuerdo de nosotros. Nos gusta pensar eso porque nos acordamos perfectamente de aquel maestro que tuvimos, aquel que de verdad nos enseñó; en el fondo, nuestra aspiración es ocupar ese lugar de la memoria que permanece para siempre, como en mi caso la Señorita Victoria. No sabemos si cobraremos la extra de Navidad, así que soñamos con que ellos, es decir, tú, tengáis un buen recuerdo de nosotros. Algo sí como un certificado de calidad, pero que no está en papel ni sirve para los sexenios.

El otro día vino Paula a verme. Está contenta, y eso es lo más importante. La vi muy mayor, y muy responsable, me alegré mucho de que viniera a verme. También vino ayer Juan Antonio; está hecho un tío hecho y derecho. Le pregunté si tenía novia, pero me dijo que "esas cosas son personales". Le di dos besos a Paula, y un abrazo de hombre a Juan Antonio.

Otro para ti, Juan, el amigo oficial de la clase.

(y besos para tus padres y tus hermanos).

9 de mayo de 2013

No recortes, no

Una maravilla de video de un colegio público. Enhorabuena a todos los que han intervenido: a los niños, y a mis colegas de profesión.

25 de febrero de 2013

El cocido

Mi hija comparte fotos del cocido por el whatsapp. Entre sus amigos, repartidos por toda Europa —esa vuelve a ser la realidad de los jóvenes españoles, después de tantos años—, se envían fotos de los cocidos que preparan. Cocidos elaborados en Londres, en Bruselas, en Alemania, en el sur de Francia, en Italia... o en Chamberí. Cocidos españoles que viajan a través de internet, como viajaban muchos años atrás los paquetes grasientos de chorizo en los trenes. Garbanzos como bits, como paquetes de información desde direcciones IP, para mostrar al mundo un instante efímero, aquel momento que precede a la ingesta por excelencia: hoy hay cocido. Podríamos reducirlo todo al simple participio del verbo cocer, y aún más absurdo, si nos vemos obligados a traducirlo al inglés (today, we've got boiled for lunch), pero los españoles, y en particular, nosotros, los madrileños, sabemos de lo que estamos hablando. Hoy hay cocido.

Así que, hoy domingo, que hay cocido, me he decidido a dejar constancia aquí, para que el mundo lo sepa, por qué el cocido es un asunto muy serio.

1 - Para empezar, los madrileños, que nos pasamos la vida buscando nuestra identidad como madrileños, tenemos muy pocas ocasiones de sentirnos identificados con nuestra tierra, fundamentalmente porque, en el reparto de la España de las Autonomías, a Madrid le correspondió muy poca tierra. Eso sí, cuando vengas a Madrid, chulona mía, además de hacerte emperatriz de Lavapiés, lo suyo es prepararte un cocidito madrileño. Pocos platos tienen dedicado un pasodoble.

Pero además, cuando viajas por España puedes seguir disfrutando de comer algo que conoces, con variantes que lo hacen aún más interesante: el cocido montañés, o el cocido maragato -posiblemente, el primer plato antisistema de la historia- con la genial idea de dejar la sopa para el final.

2 - Puede, si tienes suerte, que llegue un día a lo largo de tu vida que pruebes por primera vez la langosta, el arroz con bogavante, o los chipirones en su tinta; pero el cocido lo conoces desde siempre. Después del destete, viene el cocido. Aprendiste a manejar la cuchara comiendo la sopa de cocido —justo en esta etapa se encuentra mi sobrina, de tres años— y fue con el cocido cuando usaste por primera vez el tenedor, tratando inútilmente de pinchar los garbanzos uno a uno. El cocido está en tu ADN, eres lo que eres gracias al cocido. Puedes cambiar de sexo, de país, de equipo de fútbol, puede que vivas en Groenlandia, o en la selva del Amazonas, o que la vida te lleve a adaptarte a la comida asiática; tarde o temprano la imagen de un plato de cocido delante de ti te conectará con tu propia realidad, con tu propia historia, con tu verdadero yo: la sopa y los garbanzos.

3 - El cocido no es un plato, ni una receta; el cocido es una forma de vida. En la España de la posguerra, en muchos hogares españoles no había duda, ni incertidumbre, ni sorpresa. Uno no se preguntaba "¿qué habrá de comer hoy?". Llegada la hora de comer -a las dos, no a las tres, ni a las tres y media-, la sopa con fideos (fideos cuyo grosor aumentaba a medida que te alejabas de la capital) y el plato de garbanzos era la comida habitual. La presencia del chorizo, el trozo de jamón y el tocino veteado variaba de forma drástica, dependiendo de la economía del hogar. Pero cuando, aún hoy, en el menú del bar colocan el cartel de "Hoy, cocido completo", todos sabemos que nos espera un ejercicio gastronómico que conocemos desde siempre. Sobra el adjetivo "completo": hoy hay cocido.

4 - ¿Son dos platos? ¿Es uno solo, donde la densidad de la sopa, mezclada con los garbanzos y el resto de ingredientes varía en función de personales e intransferibles parámetros? No se sabe; ahí reside uno de los múltiples encantos. Desde la sopa con muy pocos fideos, seguida del plato con garbanzos en el centro, rodeados del chorizo, el jamón, el tocino y la verdura, hasta un único plato con todo revuelto, incluidos los fideos. Lo importante es que es el propio comensal el que lo decide, no el cocinero. De esta forma, el comensal participa, de alguna manera, en la elaboración del plato. Construye el plato a su medida, y se toma su tiempo antes de proceder a la ingesta. En definitiva, customiza el menú, y lo adapta a la forma en que siempre lo ha comido en su casa.

5 -  El cocido no es cool, ni marca tendencia, ni está presente en los grandes espectáculos de nuestra excelente gastronomía. El cocido no es vintage, ni forma parte del menú de las bodas, los congresos, o los grandes acontecimientos. El cocido se hace y se come en casa; y cuando una pareja decide vivir juntos, son los cocidos los que levantan los cimientos del hogar, independientemente de dónde se encuentren: cuantos más cocidos hagan, más fuerte y sólida será su unión; porque el cocido no es comer en casa, el cocido es estar en casa.

Así que me voy, os dejo, que hoy hay cocido.


3 de enero de 2013

La soldadura

ESTO NO ES PARA VOSOTROS, QUERIDOS ALUMNOS. SI HABÉIS DECIDIDO ECHAR UN VISTAZO A MI BLOG DURANTE LAS VACACIONES, MÁS VALE QUE CERRÉIS ESTA VENTANA Y OS PONGÁIS A TERMINAR EL TRABAJO QUE OS PEDÍ PARA LAS VACACIONES.







Estáis avisados.










Última oportunidad: no sigáis leyendo esto. No es para vosotros.










Mi padre trabajaba en un taller de chapa, donde había muchas máquinas: prensas, tornos, cepillos, plegadoras, etc. Fabricaban piezas para los trenes, los aviones, las máquinas recreativas, y en general cualquier cosa que requiriera algún proceso de fabricación donde el material principal fuera el hierro y el acero. En medio del taller, y a cada lado del largo pasillo de aquella nave, estaba la soldadura. Desde muy pequeño, calculo que yo tendría unos seis años, cada vez que me llevaban a aquel taller mi padre siempre me decía que no mirara la soldadura. Nunca me dijo por qué, y si alguna vez me lo dijo, yo no lo recuerdo. Sólo recuerdo que cuando creía que nadie me veía, cuando todo el mundo estaba trabajando en aquellas máquinas, yo me escondía detrás de algún cachivache (el taller estaba lleno de cosas extrañas, piezas de todos los tamaños con formas irreconocibles) y poniendo las manos delante de la cara, abría poco a poco los dedos para ver caer al suelo aquella lluvia púrpura. Era un azul tan intenso, tan brillante, que nada de lo que había visto hasta entonces se parecía. Las chispas salían despedidas hacia el aire varios metros, para caer luego lentamente hacia el suelo, y aún en el suelo seguían brillando durante algunos segundos. Estaba claro que tenían un poder hipnótico, como la serpiente Kaa, y por eso mi padre insistía tanto en que no mirara.

Ahora, después de tantos años, no me siento orgulloso de haber desobedecido a mi padre (más que una orden, era una recomendación, la luz intensa de la soldadura puede dañar la vista, por eso los soldadores usan una careta especial), pero siempre he pensado en el asunto de la soldadura como algo muy eficaz para entender la naturaleza humana, para entender el origen de la curiosidad, que no es otra cosa que el interés por conocer, por descubrir, por aprender.

Hagamos una cosa. Si habéis llegado hasta aquí, y sois alumnos míos, acercaos a mi mesa el primer día de cole, y me susurráis al oído esta palabra clave: "SOLDADURA".

Ya veré lo que hago yo después.

Feliz año nuevo a todos (a vosotros, queridos alumnos, también).