10 de febrero de 2008

Mi dueño

Mi dueño no escribe hoy, y he decidido aprovechar la ocasión para presentarme. Él os escribe todos los días, pero nunca os ha hablado de mí, nunca ha mencionado en su blog a su mascota. Ya sé lo que estaréis pensando ahora, que las mascotas no hablan, y que, por tanto, tampoco escriben. Pero sí hablamos; hablamos de una forma distinta a los seres humanos, pero también hablamos, porque también somos seres vivos. A largo de los años, muchos seres humanos han estado investigando en nuestra forma de hablar, han intentado diseñar tecnología para traducir nuestro lenguaje, pero lamentablemente siempre en la dirección equivocada. Como resultado de este fracaso tecnológico, ha sido imposible la comunicación entre vosotros, los seres humanos, y nosotros. ¿Cómo es posible, entonces, que lo estemos haciendo en este momento? Os lo explicaré.

Lo más curioso de todo, es que, aunque no os lo creáis, no siempre ha sido así. Lo sé porque me lo contó mi bisabuelo. Es muy mayor, pero todavía le funciona muy bien la cabeza; me contó que su bisabuelo le contó que su bisabuelo le contó que su bisabuelo le contó que al principio de vivir juntos en el planeta, la comunicación entre vosotros y nosotros sí existía. Además, dado que podíamos hablar, nos llevábamos muy bien. Lo que nos interesaba a nosotros era prácticamente lo mismo, y estuvimos habitando nuestro planeta como si fuera nuestro, quiero decir, como si fuera vuestro y nuestro al mismo tiempo. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿En qué momento se cortó la comunicación? y, lo más importante, ¿quién cortó la comunicación? Yo sólo puedo responder a esta última pregunta: fuisteis vosotros. No es que yo quiera echaros la culpa ahora, aprovechando que mi dueño no escribe hoy, pero es la pura verdad.

Pero se trata de una emergencia, por eso os escribo. Estoy usando una máquina para poder comunicarme con vosotros. Una máquina que es capaz de traducir nuestro lenguaje al vuestro, pero nunca, ninguno de nosotros, que yo sepa, la hemos usado hasta ahora. Desde que nacemos, una de nuestras principales normas es "No hablarás, ni tratarás con humanos". A diferencia de vosotros, nosotros adoramos a tres dioses: el sol, el agua y el tiempo. Gracias a los tres elementos, hemos estado viviendo aquí desde hace miles de millones de años. He roto la regla para pediros una tregua, y firmar con vosotros un acuerdo de paz. Hablo en nombre de todas las mascotas del mundo. Aunque aún tenemos sol, cada vez tenemos menos agua, y cada vez menos tiempo.

Os enseño aquí una foto de mi dueño. Aunque yo no le pertenezco, a él le gusta que le llame así, y a mí no me importa complacerle. Si nos ponemos de acuerdo, muchos años después de que él haya desaparecido, aún estaré aquí. Venid a verme cuando queráis. El sol, el agua y el tiempo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay dos cosas que a mi me llenan de energía: el viento, cuanto más fuerte mejor, y abrazarme a los árboles. Encantada de saludarte. Cuenta conmigo para la tregua.

Anónimo dijo...

¡Madre mía, que pedazo de árbol!, ¿donde está?; me gustaría ir a visitarlo; por cierto el agua y el tiempo me encantan, pero el viento me dá dolor de cabeza.

Anónimo dijo...

La verdad es que es un árbol enorme...

¿Dónde está?

¿Es el que dices que vamos a ir a visitar?

Irreverens dijo...

Cuando era pequeña e iba de excursión al monte, pisaba entre las raíces de los árboles porque decía que éstas eran sus pies y les podía doler si las aplastábamos.
:)

Me encanta tu mascota y sus congéneres. Hay que amarlos tanto o más que a nosotros mismos.

Besos

Mújol dijo...

Está cerca de mi casa. Cuando vuelva el buen tiempo, y si os portáis bien, iremos a verle.

Anónimo dijo...

tremenda mascota la tuya, impresionante.

Anónimo dijo...

Impresionante sí señor. Yo lo he visto y he intentado abrarlo, pero fue impasible. Ay coño, que esto era de la otra entrada.

Muy bonito tu blog eh, muy bonito. Cada día mejor.