28 de febrero de 2008

El flecha de Teruel

Esta mañana ha venido una especialista de animación a la lectura, una profesional del tema, no como yo. Hemos juntado las tres clases para poder asistir a su sesión (los de sexto... y las dos clases de quinto), y hemos escuchado su charla con un nivel de atención aceptable. Aceptable ya es mucho, aunque no sé qué pensará ella, porque no he tenido oportunidad de preguntárselo. Sólo he podido decir "gracias" y "adiós". Cuando estás pendiente de que toda tu clase no sea la que más jaleo arme al entrar o salir de un aula, en la que están muchos más niños, no tienes ni un segundo. Ni uno. Por no sé qué extraño elemento competitivo, me daba cierto miedo que le preguntaran a mis alumnos; era como si el que fuera a quedar mal fuese yo, y no ellos. Pero, ante una de las preguntas de Ana -así nos ha dicho que se llamaba-, he visto por el rabillo del ojo -como aquel famoso árbitro de fútbol- a Oualid con la mano levantada. Ni más ni menos que Oualid. En fin, he mirado para otro lado, con la débil esperanza de que no le viera nadie... pero le han visto:

Ana (la animadora-a-la-lectura):
- ... y, al abrir un libro, uno puede llegar a sentir muchas cosas, cosas muy diferentes, muchas cosas... A ver, ¿alguien quiere ponerme un ejemplo?

Uno de los de sexto:
- Aburrimiento

Ana:
- Bien. Es verdad. Como cuando tienes un cd, pero sólo te gustan dos canciones, ¿verdad?
(punto para la animadora)

- ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

Oualid:
- Oualid.

Ana:
(incapaz, como yo al principio, de repetir el nombre)
- Muy bien, ¿y tú, qué puedes llegar a sentir cuando abres un libro?

Oualid:
- Llorar.

Ana:
- Muy bien, claro que sí. Se puede llorar con un libro.

(La charla ha seguido, y yo he respirado tranquilo).

Y, claro, me viene a la cabeza la discusión de siempre. Las historias para niños (o la literatura para niños), ¿deben ser tragedia o comedia?. A mí, particularmente, siempre me han gustado las historias tristes. No sé si por mi condición de culpable nato, o por masoquista (que también podría ser). O, simplemente, porque no tuve la suerte de escuchar o leer otras... a la edad de mis alumnos.

Lista de las cosas más tristes:
(en corto orden cronológico)

1) Cuando mi madre me contaba la historia del Flecha de Teruel.

2) Cuando la pobre mamá Dumbo, alargando al máximo la trompa a través de la reja, no podía acariciar a su pobre hijo.

3) Cuando Oliver Twist duerme la primera noche en aquel agujero de Londres. Y el tío ese tan malo que luego, cuando fui mayor, volví a ver en la portada de Aqualung.

4) La canción El canario, de Jorge Cafrune y Marito. "En lenta y triste agonía, su fiel canario moría, sin comprender la razóoooon..."

5) Luis Enrique, con la nariz ensangrentada por aquel codazo impune -y eso sí que quedó impune- y mi hijo llorando.

6) Las demás, ya me las reservo.

Ah, una última cosa. El Príncipe Feliz, aquel cuento de Oscar Wilde por el que me dieron el premio, es también una historia triste.

17 comentarios:

Irreverens dijo...

Bien por Oualid!
:)

Yo creo que me gustaban sobre todo las aventurillas y las de "suspense".

Anónimo dijo...

Es cierto las mejores historias son las mas tristes, por lo menos te hacen querer cambiar el mundo:
la cerillera, la madre de bambi etc

Anónimo dijo...

Pues mira, tengo una sorpresa para ti, hablando de cosas que hacíamos en el pasado: has leído el comentario de Fernando?, le dije que entrara en tu blog. Jopé, lo ha leído ya entero. Entra entra, anda...

Anónimo dijo...

Si, El flecha de Teruel, qué lloreras, madre miaaaa

Mújol dijo...

Claro que lo he leído... ¿cómo no voy a hacerlo?...

Paco Bernal dijo...

¿El flecha de Teruel? !Ma como! ¿Ma qué invento é questo? JAJAJAJA.
Siento disentir de vuestra preferencia por las historias tristes para la infancia. A mí me parecen una canallada. Yo sigo traumatizado por la serie aquella de Candy,Candy; y no hablemos de las perrerías que le hacían a Heidi. Aunque también es cierto que el final de Marcelino pan y vino (la antigua, la de Ladislao Wajda) es triste y es LA CAÑA.
Otra idea: las historias tristes son mucho más fáciles de escribir si uno se sabe los trucos. Por eso hay más. Hacer reir es mucho más difícil.
Abrazos,
P.

Mújol dijo...

Perdón.... se me olvidaba. Mañana no hay post (o artículo). Me voy a pasar el finde a París con mi chica, jejeje.

Anónimo dijo...

Paris bien vale una misa. Buen viaje y mucho amor.

Irreverens dijo...

¿A París?
:D
¡¡¡Que lo paséis superbien!!!

A bientôt!

Rodros dijo...

Si vas a París papá, cuidado con los apaches!!!

Los "perdedores" tienen un encanto nato, y quizás leer sobre ellos nos ayude a llevar mejor lo nuestro!

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho este post.
La verdad es que mola tu blog. Disfrutad el viaje, espero veros pronto.

Anónimo dijo...

¿París?
Y que luego se empeñen en convencerme de que la envidia es sana...
¡Pasadlo genial!

Anónimo dijo...

Buen viaje, porque no se escribir bone voyage. Cuando vengas traenos fotos, vale?

Anónimo dijo...

A mi me hace llorar Heidi, Bambi, la vendedora de fosforos...

Alba Stark dijo...

que tal el viaje, mujol?
que no se te olvide traernos fotos a clase!

Anónimo dijo...

Yo estoy convencida de que los que preferimos las historias tristes tenemos un nosequé que nos hace diferentes. Vale, esto ha sonado muy lógico, no tengo un buen día.
Mi chica acaba de cumplir cinco años y se decanta por las cosas tristes de una manera compulsiva, incluso busca un espejo cuando llora. Pero es que le veo una vena artística que estoy convencida que la hace especial, tiene una sensibilidad extrema.

Gabi dijo...

Hola, me ha encantado tu blog. Comentándolo con mi madre, me dice que coincide contigo en la tristeza que le producía leer "El flecha de Teruel". Este cuento es uno de los que recuerda con cariño de su infancia. Estoy intentando localizarlo para regalarselo, pero no sé exactamente donde se encontraba. Creo que era la Enciclopedia Álvarez. ¿Me podríais echar una mano?. Gracias y enhorabuena por el blog.