21 de enero de 2008

El intérprete (II)

Hace unos días os hablé de que me sentía orgulloso de tener en mi clase a un alumno que me hacía de intérprete con las madres árabes -también tienen padres, pero no aparecen por el colegio, como los españoles-. Contaba en aquella (mira por dónde, voy a poner aquí un link, aunque lo tenga que hacer a mano) ocasión que me ayudaba con otros alumnos.

La conversación, en aquel momento, fue así:

(El momento de repartir las notas, justo antes de las vacaciones de Navidad. Yo dentro de la clase, y saliendo de vez en cuando para recibir a la siguiente madre. Más o menos como una consulta en un ambulatorio, pero sin médico.)

Karim, ven aquí. Ayúdame. Dile a la madre de Oualid que debe leer todo esto en las vacaciones. Y hacer más cuentas, con restas y sumas "llevando". (Supongo que sabéis lo que son sumas y restas llevando,¿no?. Hummm...) Dile que no trabaja nada, y que debe poner más interés. Si no hace nada no terminará de aprender a leer.

Karim (en su perfecto árabe, habla con la mujer). La mujer asiente, me sonríe, y me dice "gracias".

Yo asiento, sonrío, y digo:

De nada. Feliz Navidad.

(Inmediatamente me doy cuenta de que -una vez más- he metido la pata. Ellos no celebran la navidad.)

Me voy a casa contento, deseando contaros que tengo un intérprete en clase, y que estoy muy orgulloso de él. Y os lo cuento.

Hoy me ha pasado esto:

... así que, como véis, mentir no conduce a nada. Sólo a complicarse la vida tontamente, porque la mentira se hará cada vez más gorda, como una enorme bola de nieve. ¿Sabéis a qué le llamamos "efecto bola de nieve"...?

Karim:
- Profe.

¿Qué pasa, Karim? ¿Me estás escuchando?

- Sí, profe, es que yo te mentí.

¿Que me mentiste? ¿Cuándo?

- ¿Te acuerdas el otro día, cuando me pediste que dijera a la madre de Oualid que no trabajaba?

Sí, ¿por?

(Mirándome con una sonrisa enorme, con el mismo sentimiento de culpa que tendría una bacteria)

- Le dije que todo iba bien.

¿Y por qué hiciste eso? ¿Por qué me engañaste?

- Porque así Oualid podría jugar. Si le decía eso, lo iban a castigar sin salir.

En fin. Oualid, aquí tienes un amigo. Y aquí a un maestro que se las da de listo, y -como casi siempre- se las dan todas en el mismo carrillo.

¿Vosotros fuistes así de crueles con vuestros maestros y maestras? Yo sí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo menos siéntete orgulloso de que te contara la verdad. Eso es, en mi opinión, un signo de respeto, tardío pero respeto.

Anónimo dijo...

¿De que les sirve a unos niños de 10años decir la verdad, cuando si no les pega un compañero,que no quiere dar clase, les castigan sin recreo porque su profesora de música no ha ido a clase sin avisar al centro, y como si los que tuvieren que avisar y organizar las clases fuesen los niños, y su profesor no se opone a ese castigo, injustamente impuesto por la directora del colegio y la jefa de estudios resultado de su incompetencia para organizar las clases?.

Irreverens dijo...

Yo, más que cruel... era muy irreverente.
:D