2 de octubre de 2008

Para una amiga

Hace mucho tiempo, más de una década, tuve el privilegio de conocer a la mujer que años más tarde ocuparía el cargo de directora general de Radio y Televisión Española (actualmente en un cargo mucho más importante, aún). Por aquel entonces ni ella ni yo hubiéramos creído en lo que nuestros destinos nos tenían preparado. Ella era una prestigiosa profesora universitaria y yo me creía el rey del mundo del software educativo. Durante todos aquellos años no recuerdo ni una sola conversación, de tantas como tuvimos, que tuviera como tema central el papel de la televisión pública. Nos preocupaba, claro que sí, la educación de nuestros hijos -mi hija sigue siendo hoy muy amiga de la suya-, pero lo vivíamos como padres, no como profesionales afectados: ella como directora general y yo, ahora, como maestro de pueblo. Paradójicamente, ahora que nuestros hijos son mayores -esto es, con criterio propio-, el asunto de la televisión pública, el debate de la televisión pública, es un tema primordial en nuestro trabajo -aunque dejó su cargo, su nivel de responsabilidad ahora sigue siendo como de ciencia-ficción-. Como desde que comenzó a salir en los periódicos y en los telediarios casi no la he vuelto a ver (excepto una cena muy divertida, con los guardaespaldas sentados en otra mesa; una cena que algún día os contaré), he decidido escribir este artículo (bueno, esta entrada). A ver si así saca una tarde de sábado de su agenda (comprendo que es dificilísimo) y se viene a casa a tomar café.

Anoche. He terminado mi entrada, preparado las clases de mañana y... hoy hay Champions League. Genial. Me pongo la SER en internet (con mi Mac inalámbrico...) y enciendo el Digital+. No creo que haya en la tele nada más divertido. Es más, admito que casi sólo veo fútbol (bueno, Fiebre Maldini, El día antes, El partido de Primera (el día en cuestión, como mi mujer lo llama), El día después, Informe Robinson, los telediarios (80% noticias deportivas), la Eurocopa, la UEFA, La Liga y la Copa del Rey. Está bien, admito que veo también algunos partidos amistosos, partidos homenaje, entrevistas, programas sobre grandes jugadores... y además luego está el Canal Real Madrid, que está muy bien si quieres ver -una vez más- el gol del otro día. )

Pero justo antes sale Gabilondo (no conozco, quizá por falta de información, un periodista mejor que Don Iñaki en este país) hablando de la guerra del fútbol.

Yo, con unos langostinos del Carrefour que me he comprado para el partido. Mi coca-cola (soy un adicto) y el Mac.


Ella:
- Es lógico. Si quieres ver el fútbol, es lógico que tengas que pagar. A medida que vayan teniendo más clientes, será cada vez más caro. Yo entiendo perfectamente que se quejen las emisoras privadas. O pagas, o te dejas adoctrinar. O pagas, o a TeleMadrid (una cadena que da asco, una cadena del váter).

Yo:
- Pero yo nunca, en toda mi vida, he tenido que pagar por ver la tele. Si a mí me dices, a mis veinte años, que habrá que pagar por ver la tele, me hubiera sonado a ciencia-ficción, a rollo Orwell.

Ella:
- Pues ya te puedes ir acostumbrando. Y no sólo tú.

Me quedo pensando... Me la ha soltado, se larga (a navegar por internet) y me deja "abrazado a una duda, en mitad de la calle y desnudo".

Sí, ya sé. También mis alumnos. Pero yo pagaría, y se supone que lo hago, para que en TVE no se mostrara la idea del éxito sin esfuerzo (poned ejemplos vosotros, cualquier "realiti sou" sirve). Para que en TVE hubiera pasta, pero mucha pasta, para que trabajaran allí los mejores profesionales que hubiera en España. Para que se hicieran buenos programas, y no hablo de programas educativos. Hablo de buenos programas. No entiendo que en literatura se hable de libros (educativos o no), y no sea lo mismo decir "televisión" que "televisión educativa" (es decir, un bodrio que no aguantan ni los menos exigentes). Lo que pasa es que el público infantil no tiene pasta. La pasta (cada vez menos) la tenemos los del fútbol. Y tenemos que pagar por ver el fútbol.

Y me quedo recordando el día -histórico- en que la antigua directora de RTVE se negó a retransmitir la final de, nada más y nada menos, la Copa del Rey. No tenía dinero suficiente. O lo que es lo mismo, los otros tenían más. Los otros. Los del fútbol. O sea, yo.

Un beso, Carmen.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

EStoy de acuerdo contigo, la tele es un asco.¡viva la radio!

Alba Stark dijo...

Solo hay una cosa de la tele que está bien,

¡¡LOS SIMPSONS!!


¡Vivan las radios que emiten música!

JOAKO dijo...

Yo ya pago por la televisión, concretamente a ONO, y estoy seguro de que los buenos contenidos serán de pago, ¿es esto injusto? pues lo mismo que pagar un libro en una libreria, si quieres ser el primero en leerlo, un precio, si te esperas a la edición de bolsillo otro precio, si lo coges prestado en una biblioteca otro precio, y nadie se escandaliza. la televisión de calidad habrá que pagarla, ya hay que pagarla (antes se pagaba vía impuestos). estamos en una economia de mercado, economia que es injusta por naturaleza, a pesar de que intentamos regularla, no nos engañemos allí donde haya un euro que ganar habrá una empresa para ganarlo y un grupo político para ser presionado por un grupo de intereses (loby??). Al que no le guste, ¡Ale! a hacer la revolución.

Paco Bernal dijo...

Estoy en parte de acuerdo con Joako y en parte de acuerdo con Mújol. Para mí, the mother of the lamb es si consideramos la cultura como un negocio más, en cuyo caso, Joako tendría toda la razón. Pero si consideramos que las televisiones son cosas distintas de la fábrica de gusanitos Matutano y que, por lo mismo, tienen una responsabilidad social, quizá habría que pensar qué queremos hacer con la tele pública. Otro componente de este problema es qué cosas consideramos necesarias y cuales son superfluas. Así pues: ¿Decidimos que los hospitales no deben estar controlados por el Estado, que garantice el mismo servicio para todos, o los convertimos en empresas? Aplicado a la tele: ¿Decidimos que la cultura no es algo a quienes todos deban tener derecho en igualdad de condiciones y que los servicios mínimos deben abarcar solamente "El diario de Patricia"? ¿O pensamos, como dice Mújol, que la cultura es un bien fundamental, de importancia estratégica para el país y que tiene que estar a salvo del juego económico? La primera estrategia produce que, en la tele pública, la que todo el mundo puede ver, no haya programas infantiles. Los niños no son rentables. La segunda estrategia, produjo Barrio Sésamo, en su momento. No era la monda, pero era algo.
Yo creo que debe garantizarse, por ley, si es necesario, una televisión de calidad, por parte del Estado. Lo cual no está reñido con la eficiencia económica. De hecho, una tele que no insulte la inteligencia debería poder ser hasta rentable.
Otra pregunta: ¿A quién beneficia que la tele pública sea una mierda?
PS: Mújol, recuerdos a tu amiga.

JOAKO dijo...

Paco has puesto el dedo en la yaga, ¿que sacamos del modelo capitalista y por qué? No creais que soy un comunista de salón, nada más alejado de mi intención, es cierto que la cultura debería ser protegida y estimulada por el estado, pero ¿que es cultura? ¿como la estimulamos y protegemos?, y por último, Mujol como maestro es el que mejor sabe que no por dedicar esfuerzos muy potentes se consigue sacar de donde no hay, la cultura ha sido tradicionalmente custodiada y entendida por una élites,¿tienen estas élites un límite en numero? preguntaos cuantos en vuestro entorno serian capaces de beneficiarse de esta supuesta potenciación, y si en un entorno adecuado el número de nuevos integrantes de este modelo (niños)realmente prosperarian dentro de el.