3 de febrero de 2009

Una canción

Bueno, ya estamos con lo de siempre: el pesao de las cancioncitas. ¿No se le ocurrirá pegar una letra ahora, no?

Sí. El blog es mío. Y escribo lo que quiero, leo lo que quiero y escucho, en cada momento, (gracias a mi Biblioteca Itunes-mi herencia-), lo que quiero. Me ha pasado siempre. Si llovía, había suspendido el examen parcial de Física y Química, o, simplemente, necesitaba ponerme melancólico, ponía el disco de Without You, de Nilsson. Y me sigue pasando ahora. Soy capaz, ya véis, de elegir una canción -o buscar el video-, para cada cosa que mi organismo necesita. No soy, aunque lo parezca o lo quiera parecer, muy listo. Es más, me parece una mierda la palabra listo. Pero, como Sabina, alguna vez me doy un paseo por las vidas de otros, ponerme en la piel de todos los hombres que nunca seré. Cuando trabajaba, mientras estudiaba Magisterio, en aquel taller mecánico tipo Tiempos Modernos, de Chaplin, del que algún día hablaré aquí, aprendí a hacerlo. A darle a los botones de la prensa mientras cantaba, mentalmente, y saludaba a todo el estadio lleno. Hacía bandejas de acero inoxidable, pero, lo que de verdad hacía, era ser cantante. Cantante y autor de canciones. Un cantautor, vamos. Además, y dependiendo del día -si llovía, en algún sentido, o no-, podía ser John Lennon, o Javier Krahe. Es más, un día era uno y al día siguiente otro.

Y otros días, como el de hoy, quiero ser (y decir), incluso a mis alumnos, esto:

No vine aquí para hacer amigos
pero sabes que siempre puedes contar conmigo.
Dicen de mí que soy un tanto animal,
pero en el fondo soy un sentimental.

Mi familia no son gente normal,
de otra época y corte moral.
Resuelven sus problemas de forma natural.
Para qué discutir, si puedes pelear.

Dame una sonrisa de complicidad
y toda tu vida se detendrá.
Nada será lo mismo, nada será igual,
ya sabes...
Feo, fuerte y formal.

En el calor de la noche,
a plena luz del día,
siempre dispuesto para alegrarte el día.
Soy hombre de bien
a carta cabal
y como el DUQUE:
feo, fuerte y formal.

Mi fama me precederá
hasta el infinito y más allá.
Y vive Dios que escrito está:
“Si doy mi palabra,
no se romperá”.

Loquillo, y Los Trogloditas.

Sí, ¿qué pasa?

5 comentarios:

JOAKO dijo...

A mi me pierde Cadillac solitario:
ese grito de ¡Nenaaaaaaaaaaaaa! me pone la piel de gallina.

Anónimo dijo...

¡Me encanta!, yo también los escuchaba cuando era más joven.

Anónimo dijo...

Te saludo,
Soy un compañero tuyo de trabajo del edificio de arriba. Mi "alma de metal" me impidió reconocer de joven la magia del "loquillo", aunque mis amigos lo ponían y no tenía más remedio que escucharlo.
Ahora vibro como tú, pero con mi "metal", pero también cuando escucho al loco vibro de otra forma, porque me transporta a esos años de jovencillo.
Salud.

Rodros dijo...

Noches de guitarra en la plaza del Indian (también conocida por algunos lugareños como la plaza de Joan Pujol)... y años después noches de guitarra en la residencia de la Potsdamerstrasse

Anónimo dijo...

Molaba más la versión rapera que ha hecho quien tú ya sabes¬.¬

No está tan mal la canción