17 de mayo de 2007

Mi herencia

Andaba yo el otro día bastante triste pensando qué poco van a poder heredar mis hijos cuado me muera. Si lo comparo con lo que mi padre me dejó, no hay que hacer ninguna hoja excel para darse cuenta de que las generaciones, en mi caso, van cada vez peor.

Y entonces pensé en mi colección de discos. No tengo ningún disco rarísimo, ni ninguna copia firmada por McCartney, ni nada de eso. Pero tengo muchos. Casi todos los que tuve en vinilo los volví a comprar, poco a poco, en CD. Es una colección bastante grande, y muy ecléctica. Nunca he rechazado ningún tipo de música, excepto el rap. En una estantería que ocupa una pared entera, se mezclan los discos de zarzuela con la canción de autor -soy un gran aficionado-, o viejos oldies de auténtico y puro rock and roll. En fin, lo que quería comentar aquí, aunque parezca mentira, y como siempre, tiene que ver con la tecnología.

Desde que me tomé en serio, hace unos meses, mi base de datos ITunes, he ido clasificando escrupulosamente cada canción, autor, álbum, recopilaciones, colaboraciones, géneros, etc, etc. Y pienso seguir haciéndolo. Los viernes por la noche, me gusta sentarme de mi Mac y seguir clasificando mi música, haciendo increíbles obras maestras en forma de listas de reproducción, jugando a ser el dueño de una discográfica.

Y lo más paradójico de todo es que ese disco duro de mi Mac tiene mucho más valor que toda la estantería. Porque contiene la estantería entera, y un programa estupendo para coger los discos que quieras, y que mágicamente siempre estén en sus estuches.

Supongo que la gente joven comenzará a heredar este tipo de cosas. A heredar bits. Mola.