Hace mucho, mucho tiempo, el bisabuelo de la familia Bic, Eduardo Bic, tuvo una idea:
" Fabricaré un bolígrafo que sea barato, que todo el mundo pueda usar, y que se pueda comprar en cualquier parte. Y me haré rico. Mis herederos no tendrán que trabajar nunca. Podrán dedicarse a disfrutar de mi fortuna. "
Y creó el bolígrafo. Le puso de nombre BIC (Bolígrafo Internacionalmente Conocido).
Muchos años más tarde, su nieto, Eduardito Bic, (su padre también se llamaba Eduardo), estaba un día escuchando música, y se le averió el casete. Cogió un boli BIC y se puso a rebobinar el casete haciendo girar rápidamente su muñeca. Había inventado un nuevo uso del boli. Además de para escribir, a partir de aquel día también serviría para rebobinar las cintas de casete.
Durante mi infancia, allá por los años sesenta del siglo pasado, la siguiente generación de la familia Bic, el tataranieto de Don Eduardo Bic, al que sus padres le pusieron de nombre Eduardo, tuvo otra idea.
"Bic naranja escribe fino, BIC cristal escribe normal. Pero... ¿por qué no fabricamos un boli que tenga cuatro colores?
- ¿Cómo? ¿Cómo podemos hacer eso? ¡Es imposible!"- contestó el Jefe de la Fábrica BIC-.
Y entonces apareció una joven ingeniero, que llevaba poco tiempo en la fábrica. Era una chica joven, que siempre había pensado que las cosas sencillas eran realmente las más complicadas de realizar. Y, sin pensarlo dos veces, interrumpió a sus jefes:
- Ejem, disculpen, si me dan una semana de tiempo, les traeré los planos de fabricación del mejor bolígrafo del mundo. El bolígrafo de cuatro colores BIC.
Y así fue como, gracias a aquella joven, ahora todos los maestros del mundo podemos cambiar rápidamente de rojo a negro, a azul, o a verde, sin cambiar de bolígrafo.
Luego vinieron Steve Wozniak y Steve Jobs, pero esa es otra historia.
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Las historias inventadas molan más que las de verdad.
1 comentario:
Un gran invento, sí.
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