5 de noviembre de 2009

El café del bar

Recuerdo que el año pasado os hablé del bar donde tomaba café antes de entrar al cole. Os decía que el camarero (es decir, el dueño) y yo no hablábamos nunca, más allá del obligado buenos días.

Este año he cambiado de pueblo, y por tanto de bar. Llego muy pronto, y habitualmente abro el mac -lástima que lo de la wifi en los pueblos sea aún una quimera-, miro lo que tengo para hoy y preparo algo de trabajo. Mientras tanto, el señor que me pone el café-cortado-con-leche-del-tiempo mira por la ventana, o escucha las noticias en la tele. El café cuesta un euro (más barato que el del año pasado). Bien servido, sin pedirlo, y en una barra amplia donde generalmente estamos él y yo solos.

Pero es que, además, hoy me ha invitado a otro. Dada mi condición de funcionario público, quizá no debería de decirlo, pero, como estoy seguro que esto no lo va a leer -es un señor mayor, que tiene mucho trabajo y poco tiempo libre-, me ha parecido todo un detalle. Además, no creo que, aunque siga tomando café allí, un día se le ocurra regalarme un traje.

4 comentarios:

Irreverens dijo...

¡Anda! A lo mejor era su cumpleaños. O resulta que eras su cliente número 100.000, o le ha tocado un pequeño premio a la lotería... o... o sencillamente le caes bien.
:)

JOAKO dijo...

Estoy con irre, eras el cliente un millón...

José Manuel Bernardez Castrejón dijo...

Angel soy uno de tus alumnos del año pasado, Jose Manuel y quiero decirte k las cosas han cambiado por aki desde que tu no estas y aunque no lo creas y yo no lo pudiera creer hacemas o menos cuatro meses se te hecha de menos espero que te valla bien en tu nuevo colegio y muchos recuerdos

Esther dijo...

Contacto, las personas necesitamos contacto para vivir, un café, una mirada, un comentario sobre el tiempo...son tan importantes como el mayor de los abrazos.