Hoy toca una batallita. Una de esas historias que me vienen de vez en cuando a la memoria. Ayer, recibí un mail de mi hija dirigido a muchas personas (tantas como su libreta de direcciones), avisándonos de la fecha del próximo concierto de su grupo. Al cabo de pocos minutos, comencé a recibir más mensajes respondiendo. Pretendían responder a mi hija, pero habían usado erróneamente la opción de "Responder a todos". Es algo muy habitual, que nos puede pasar a cualquiera, mucho más si no tenemos costumbre de usar el correo electrónico en entornos de oficina.
Eran los últimos días de la "mayor empresa de comercio electrónico de Europa": Ecuality. Iba ya tan mal, que se les ocurrió nombrarme director general de su principal tienda en internet, Diversia. La verdad es que me tomé el cargo como si me hubieran hecho un homenaje póstumo: todos sabíamos que iríamos directos a la quiebra. Pero en aquellos días, cuando habíamos cambiado, una vez más, de director general del grupo, sucedió algo que jamás olvidaré. Guillermo, el responsable de la sección de cine, comenzó a chillar en medio de aquella sala enorme con largas mesas llenas de ordenadores. ¡Estoy fuera, estoy fuera!, -gritaba-. Me levanté y fui a su sitio, tratando de saber qué sucedía. Él no era capaz de decir otra cosa, le temblaban las manos y no paraba de gritar. Cuando, poco a poco, se fue calmando, nos explicó a todos que me había respondido un mensaje del nuevo director general del grupo, que se presentaba y nos animaba a continuar trabajando. Me lo había enviado a mí... y también al nuevo director:
Bueno, Ángel, ¿qué te parece esto? La misma mierda. No se enteran de nada; siguen de reunión en reunión, sin hacernos caso, sin saber qué es lo que realmente se necesita. Por mí, ya puede hacer lo que le de la gana, me da exactamente igual.
Cuando aquella tarde me llamó a su despacho el nuevo director general del grupo, lo primero que hizo después de presentarse fue, mirándome muy serio, preguntarme quién era el tal Guillermo.
"Es el manager de la sección de cine", -respondí-. Y en aquel momento, justo después de unos segundos inquietantes, noté que sus labios comenzaron a dibujar una leve sonrisa. Y aquella sonrisa provocó inmediatamente nuestras carcajadas.
A mi amigo Guillermo, allá donde te encuentres.
13 de enero de 2009
Responder a todos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Hay que tener mucho cuidado con esas cosas.
Pero seguirán pasando. La humanidad lleva toda su larga trayectoria sufriendo a (y divirtiéndose con) los bocazas... y esto es lo mismo. Unos hablan en voz alto cuando no deberían y otros pinchan en enviar en el peor momento.
El problema es que mientras los primeros siempre tendrán la duda de si han sido (correctamente) escuchados, cuando envías un meil la has liado. No hay vuelta atrás ni excusa posible. El mejor antídoto? El humor
Si todavía Guillermo hubiera sido responsable de la sección de humor...
Procuro tener mucho cuidado con esto, puesto que en ocasiones utilizo el correo de empresa y el propio en paralelo, alguna vez he estado al borde de una catastrofe...o de algo difícil de explicar.
Publicar un comentario