31 de enero de 2012

Nos vamos al zoo

A todas las madres, padres y abuela, gracias por venir hoy a la reunión (y si, además, leéis esto, muchas más gracias aún).

Este artículo está redactado para nuestros cuatro alumnos de Primero de Educación Primaria. Va por ellos.

Aunque otro periodista se me ha adelantado, y ha contado en un artículo que nos vamos a dormir con tiburones, quiero contarlo yo aquí.

Sí señor, que lo sepa toda España.

Nos vamos a pasar el día entero al Zoo de Madrid, a comer, a cenar, a dormir y a desayunar.

Y volveremos al cole al día siguiente.

Y se viene Óscar, el profe de Reli.

Y también se viene Elena, la profe de apoyo, que como es la única profe chica, irá con las chicas al baño.

Los pequeños pasarán el día con nosotros y se volverán por la tarde al cole con Carlos, pero los medianos y los mayores...

... cuando todo el mundo que haya ido al zoo ese día tengan que irse, porque haya llegado la hora de cerrar el parque a las visitas...

... nosotros nos quedaremos. Y haremos una excursión nocturna por todo el zoo, acompañados por expertos del parque. Y luego, cuando ya sea muy de noche, sacaremos los sacos de dormir, y nos tumbaremos boca arriba. Y por encima de nosotros pasarán los tiburones -si no se han ido ellos a dormir, claro-.
Y, por primera vez, dormiremos todos juntos. Los compañeros y los profes...
¡Yo ya estoy nerviosito!

Nota:

Estamos ya tramitando lo del columpio. Pero teníamos que hacer algo que les gustara a todos, que disfrutaran todos. Al fin y al cabo, se lo han ganado. Son los periodistas del mejor periódico del mundo, y además Premio Nacional Crearte 2011.

29 de enero de 2012

La música no es una afición

Como cada domingo, echo un rápido vistazo a lo que me espera en el dominical de El País. Esa es, por así decirlo, la lista obligada de lectura de la semana. Y en esta ocasión me espera algo que seguro que han escrito pensando en mí: una vez más, Serrat y Sabina juntos.


Se me ha ocurrido contar aquí aquella vez, no hace muchos años, que estuve en el concierto de apertura de la histórica gira Dos pájaros de un tiro. Yo ni estuve en Woodstock, ni en el Central Park, con Simon y Garfunkel, pero sí estuve en aquel concierto. No paré de cantar -de gritar- cada palabra de cada canción, casi hasta el punto de olvidarme de dónde estaba. 

Zaragoza, Pabellón Príncipe Felipe.

Parece que tardan. Aún no hay nadie en el escenario. De pronto, las pantallas situadas a los lados del enorme escenario muestran las noticias de la tele, en directo. Creo recordar que fue Iñaki Gabilondo quien leyó la falsa noticia de que los dos cantantes habían tenido que suspender el concierto "por problemas de salud...". Y poco después, salieron al escenario.


No era sólo música. No eran sólo poemas. Era la felicidad. Un ratito de simple, pura, de precio razonable e inequívoca felicidad. 

y me envenenan los besos que voy dando...

22 de enero de 2012

Marchando una de animación a la lectura

¿Por qué queréis siempre que sea yo el que os lea en voz alta el libro de Las Brujas, de Roadl Dahl?:

  • Porque el libro mola mucho
  • Por escucharme a mí
  • Porque escuchar es más cómodo que leer

Al terminar la lectura de este artículo podréis responder de forma anónima -no voy a saber quién ha respondido-. Pero, antes de conocer vuestras respuestas, voy a tratar de imaginarme vuestras razones.

1. Porque el libro mola mucho.

(En clase, en la hora de lectura)

- Bien, podría ser esa la razón, pero ¿no estaría el libro igual de bien si lo leyera cada uno, individualmente? Ya os he dicho muchas veces que es mi escritor preferido, pero hay miles de escritores más.


- Ya, pero el libro que estamos leyendo ahora no mola, profe. ¡Yo no me entero de ná!

2. Por escucharme a mí

(En el patio)


- Profe, di otra vez lo de "malditos rrrratones asquerrosos...", habla como La Gran Bruja, anda.

- Yo no hablo como La Gran Bruja. Me limito a leer en voz alta el libro, Águeda... yo no tengo la culpa si pone lo de ¡querridas brugas!...

- ¡Jajajajaja!

3. Porque escuchar es más cómodo que leer.

En mi familia, mis dos hermanas recuerdan muy bien el hambre que nos entraba con sólo escuchar una poesía que mi madre nos contaba. Una historia sobre un pobre pastor, su amada y "un almuerzo muy rico...". No es que pasáramos hambre, era la forma de contarlo. Me encantaba aquella historia; era una de mis preferidas, aunque tenía muchas más. Teníamos un libro, titulado Flor de leyendas, de Alejandro Casona, donde venían muchas historias increíbles (El anillo de Sakuntala, Los nibelungos, El destierro del Mio Cid...)


Era mi madre quien leía. Yo únicamente escuchaba.



19 de enero de 2012

Aprender a perder

Cuando el Madrid pierde, como ayer, suelo decir siempre que el fútbol no tiene interés para mí... pero sí lo tiene. Si el Madrid ayer hubiera ganado, hoy habría cogido la moto para venir al colegio mucho más contento, porque cuando gana mi equipo, tanto en fútbol como en baloncesto, me pongo contento.

De manera que, si pierde, trato de olvidarme diciéndome a mí mismo que el fútbol es una tontería. Una tontería, la del balón de fútbol, con la que llevo toda mi vida, y ya tengo -como bien sabéis- medio siglo de edad. Cuando veo un balón de fútbol nuevecito, siempre me dan ganas de jugar. Quiero que sepáis que, cuando mi profe me preguntaba a vuestra edad lo que quería ser de mayor, yo siempre decía que quería ser futbolista; lo de maestro fue mucho después, cuando me hice mayor.

Había una canción, una especie de baile, parecido al que hace Cristiano Ronaldo ahora, que decía:

La raspa la inventó
Amancio con el balón,
Amancio tira a Pirri,
y Pirri tira a Muñoz,
Muñoz se tira un pedo,
y atufa al portero,
y aquí se acaba la historia,
ganando uno a cero.
Lalalala, lalala, lalalala.....

El Barcelona jugó, una vez más, mucho mejor al fútbol. No nos dejó tocar la pelota -los del Madrid siempre usamos el plural, como si también fuéramos parte del equipo-, y Pujol volvió a hacer lo mismo que en el Mundial, aquel fantástico cabezazo, pero esta vez contra Casillas. El Barça volvió a demostrar que es mejor equipo que el Madrid.

Algunos madridistas, como yo, nos avergonzamos del ejemplo que dan a los niños, es decir, a mis alumnos, es decir, a vosotros, algunos integrantes del actual equipo. A algunos madridistas nos gustaría que el entrenador se comportara en público como lo hace el entrenador del Barcelona. Si no lo hace el Madrid lo haré yo: quiero pedir perdón a Messi por el comportamiento indigno de algún jugador de mi equipo.

¿A qué no sabéis que canción es esta?

En las glorias deportivas,
que campean por España,
va el Madrid con su bandera,
limpia y blanca que no empañaaaaaa....

14 de enero de 2012

Prietas las filas

¿Por qué en nuestro cole hacemos la fila al entrar?

Bueno, lo primero que hemos de tener en cuenta es que no siempre hacemos la fila. Ya sabéis, porque no hace falta decirlo, que cuando hace mucho frío -como en estos días-, entráis a clase según vais llegando. Pero cuando los factores meteorológicos no lo impiden, en nuestro cole se hace la fila a la entrada. En este artículo, que servirá como base para la modificación paulatina de nuestro Reglamento de Régimen Interno (el RRI), aprenderéis las razones que hay para esta norma. Algunos entendidos, cuando yo estudiaba Magisterio, lo llamaron el valor de la norma.

Cada nuevo día, es un día que celebrar, y mucho más si no llueve, o el frío es soportable. Nos saludamos, nos reímos, hablamos un poco de lo que pasó ayer, y entramos todos juntos al cole (bueno sí, todos juntos pero de uno en uno, David). Los padres (es decir, las madres) a un lado y vosotros a otro. Son sólo tres minutos, justo el tiempo de que sea la hora (o de que llegue Juan corriendo con la mochila en el brazo...), pero en ese tiempo pasan siempre muchas cosas.

Por ejemplo...

(9:30 a.m. Salgo del despacho y me pongo la bufanda y el sombrero -este año he cambiado la boina por un sombrero-).

- BUENOS DÍAS.
(Los padres y algunos pocos niños contestan).

- ¡A ver, a la fila! Vamos.

(Doy unas palmadas, y los niños que están jugando al fútbol se acercan a la fila. Es en esos momentos cuando más me acuerdo del dinero del premio, y del pedazo de equipo de sonido que nos vamos a comprar para poner música a la entrada. Ya tengo hecha una lista de reproducción para mi Ipod que se llama "Canciones para entrar al cole". Gaudeamus igitur incluida, claro está.)

-Sheila, deja a la abuela y ponte en la fila ¡YA!

Un padre:

- Dile al profe que van a volver a palmar con el Barça....

Su hijo/a, sonriendo:

- Es verdad, profe, vais a perder otra vez, jejeje.

- Bueno, eso ya lo veremos, el futuro es im-pre-de-cible y enigmático (me resulta muy fácil ponerme enigmático con ellos, basta con una palabrita de este tipo).

- Profe, ¿qué es anigmático?

- Enigmático. Que es un enigma, un misterio. Algo que nadie sabe, hasta que sucede. 


Si ese día hay algún cumpleaños, es el momento de cantar Cumpleaños Feliz -en inglés y en español-, para que el homenajeado pueda escuchar la canción por parte de todo el cole, incluidos los profes y los padres (aunque los padres nunca cantan). También es el momento de saber si alguien está enfermo: solo con echar un vistazo a las dos filas sabes si falta alguien.

- ¿Y Juan Antonio?

- Está en el médico con su madre, profe. Los he visto antes.

Después, si hay algún triciclo, pelota, pala, rastrillo, o cualquier otra cosa - es decir, un averroncho- que los pequeños hayan dejado en el suelo, los medianos y mayores lo recogen, y ya estamos listos para entrar.

Venga, ¿estamos todos? ¡Pues a currar!
- ¡Medianos, para dentro!
- Mayores, ¡adelante!

(Alguna madre espera a que la fila se ponga en marcha para dar un último beso-en-marcha a su hijo, interrumpiendo el ritmo y provocando peligro de colisión)

Cuando construyeron nuestro cole, hace muchísimos años, pensaron en estos arcos y estos escalones para hacer la fila. Y aquí se ha estado haciendo la fila desde entonces. La fila es nuestro ritual diario. Los pequeños no hacen la fila porque no se enteran de nada. Lo de hacer la fila es muy difícil, requiere mucha práctica. Fijaos vosotros, los mayores. Estáis ya en mi clase y nunca está la fila recta. Cuando los pequeños sean medianos empezarán a hacer la fila. Quien sabe si, con el tiempo, algún día, aprenderán a hacer la fila recta. No hay que perder nunca la esperanza.