31 de marzo de 2008

La alegría de vivir

Este sábado he estado en Madrid, viendo la exposición de Picasso en el Museo Reina Sofía. También estuve con mi hijo, hablando de todo un poco, de la facultad, de su grupo de música, de su beca Erasmus... Con mis alumnos, además de preparar el examen de Cono de mañana, hemos estado comentando los temas del próximo número del mejor periódico del mundo, El Correo de Cadalso. He mencionado en alguna ocasión que tenemos unas fotocopias preparadas -el papel oficial del periódico- y dispuestas en una bandeja, en la clase. Tienen la cabecera del periódico, un espacio para poner el título y el autor del artículo y los necesarios renglones para escribir a mano sin torcerse. Lo único que falta es el tema. ¿Sobre qué escribir?

Hablando de las nuevas canciones del grupo de rock de mi hijo, yo trataba de animarle a que escribiera las letras. Hasta ahora, parece que sólo uno de sus amigos se atreve a escribir, y a mí me gustaría que él también lo hiciera (porque estoy convencido, cómo no, de que lo haría muy bien). Pero ¿sobre qué escribir?

Si analizo rápidamente las diversas obras de arte que me han emocionado (emocionar y ser útil...) a lo largo de mi vida (literatura, cine, pintura, canción) todas han surgido, de una u otra manera, de una experiencia intensa en la vida del autor, una experiencia vital. Paseando por delante de los cuadros de Picasso, uno puede experimentar fácilmente -mis alumnos también lo harían, y a mí me gustaría mucho que lo hicieran- los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa el autor. El horror, la desesperación, la tristeza y, en la cuarta sala, (Picasso 4), la alegría de vivir.

Le decía a mi hijo que cuando uno escribe bien es cuando está muy triste, o cuando está enamorado. Quizá los genios también son capaces de hacerlo en cualquier otro estado de ánimo, pero eso queda reservado para ellos.

El tema del próximo número de El Correo de Cadalso es la alegría de vivir. En Cadalso, en El Tiemblo, en Cenicientos, o donde sea.

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Foto de una pared de mi casa. Una ventana que tengo para poder salir por ella.

27 de marzo de 2008

Palabras para Julia y el Chiki-Chiki

Hoy quiero hacer aquí dos reflexiones sobre estas dos canciones. Sin compararlas, sólo atendiendo a lo que sucede en clase, sobre lo que nos pasa a nosotros, los de la clase.

El último día antes de las vacaciones estábamos terminando una lección de Lengua (una unidad didáctica, en el argot). Estaban todos deseando que fuéramos a jugar al fútbol, así que no quise empezar una nueva lección. Se me ocurrió entonces hacer un dictado, que no venía en el libro. Abrí el ITunes y puse la canción Palabras para Julia, con Paco Ibáñez cantando en directo. Adelanté la canción para no escuchar la presentación que hace en francés, y fui repitiendo cada verso, pulsando el botón de pausa. Como resultó un dictado algo más largo de lo que están acostumbrados -y ya tenían las botas de fútbol puestas...-, les dije que seguiríamos después de las vacaciones. El martes pasado lo terminamos. Como es lógico, tuvimos que escuchar la canción varias veces para que diera tiempo a escribirlo todo. Luego, dado que no venía en el libro, y para que pudieran corregir la ortografía, escribí la canción entera en la pizarra. Una vez más, volvimos a escuchar la canción al mismo tiempo que leíamos lo que habíamos escrito. Hasta ahí todo normal. Lo curioso es que algunos empezaron a cantarla, una vez que yo también me animé a hacerlo. Tratad de imaginar a un maestro cantando "Tú no puedes volver atráaaaas porque la vida ya te empujaaaaaa, como un aullido interminableeee, interminableeeeee...." Supongo que empezaron a cantar debido a la cantidad de veces que tuvimos que escuchar la canción para poder escribir la letra (tened en cuenta que la velocidad de escritura no es la misma que la de un adulto). Así que de pronto me vi rodeado de niños y niñas cantando Palabras para Julia, como en aquellas lejanas reuniones de jóvenes amigos.

Ayer, miércoles, teníamos Expresión Plástica. Volví a poner Palabras para Julia en el Itunes. Como hago siempre, escribí una palabra significativa para la búsqueda -una palabra, digamos, googleliana-, en este caso, "Julia". Además de la Julia de los Beatles, y de otra cosa de Jerry González y los Piratas del Flamenco, y la de Paco Ibáñez, también apareció una versión de la misma canción, pero por Los Suaves. Y eso sí que fue alucinante. En un nanosegundo, se dieron cuenta que era la misma canción, pero con guitarras eléctricas, y el tono de voz inconfundible de alguien cantando rock and roll en español. Y les moló mucho más. "Entonces siempre acuérdateeee, de lo que un día yo escribí, pensando en ti, pensando en ti, como ahora piensoooooo...."

Como maestro de la escuela pública, agradezco desde aquí la aportación al proceso educativo de José Agustín Goytisolo, de Paco Ibánez, y de Los Suaves.

Por otro lado, también antes de las vacaciones, puse la canción del Chiki-Chiki. (Os lo conté, lo hice sólo por ver su reacción). Pocos eran entonces los que sabían lo del cruzaíto, el maikelyakson, etc. Entonces -tan sólo una semana antes- aún no lo habían repetido mil veces por televisión. Ayer, mis dos alumnos marroquíes y yo nos fuimos a la sala de ordenadores, mientras los demás tenían clase de Religión. Ya os he comentado que tienen algunas dificultades para la expresión oral -y ya no digamos la escrita- en español. Y los dos me hicieron una demostración, baile incluido, de la canción del Chiki-Chiki. Se la saben de memoria. No sé si saben quién es Michael Jackson, ni Robocop -yo no tengo intención de enseñarlo-, pero han aprendido la letra de memoria. Y les mola muchísimo.

¿Debería agradecer también a Rodolfo Chikilicuatre su aportación?

26 de marzo de 2008

Mi primera entrevista de trabajo

Fue en 1984. Las paradojas, que me han acompañado toda mi vida, hicieron que ese año terminara Magisterio, conociera el mac y a Steve Jobs -aunque nunca personalmente-, se acabara aquel magnífico cómic y muchos recordáramos el título de la novela de Orwell. Y mi primera entrevista de trabajo. Todo junto. En aquel año, el anuncio más caro de todos -el intermedio de la final de la Super Bowl- mostró al mundo lo que Apple se proponía hacer, y en lo que fracasó, según se supo años más tarde. En la novela, escrita muchos años antes, la acción totalitaria de un gobierno obligaba a los ciudadanos a cumplir todo tipo de leyes y normas. Y Apple se disponía a demostrar que 1984 no sería como 1984. IBM era el "gran hermano" y la gente de Apple quienes encabezarían la liberación. Después, poco después, un tipo gafotas encontró una tercera vía (ahora acaba de decir que se jubila).

Mientras tanto, yo leía a Piaget, a Erich Fromm, a Saint Exupery... y también los cómics de Carlos Giménez. En esas estaba cuanto mi profesora de Lengua, interesada en ayudarme dada mi precaria situación económica, me recomendó para una plaza de maestro. Aún no había terminado Magisterio, pero me quedaba muy poco. Pronto podría abandonar aquel maldito taller donde mi padre se dejó la vida, y ejercer de maestro. Aquello se convirtió en la primera oportunidad de conseguirlo. Una plaza de profesor de Lengua en el colegio del Pilar, en la calle Castelló. Después de una serie de preguntas y respuestas sin ningún fundamento, aquel cura me preguntó:

- Bueno... ¿Ángel me has dicho que te llamas, no?

-Sí.

- Bien, Ángel. ¿Tú que opinas de la disciplina?

(Intenté una respuesta mixta. No quería mostrarme como un ser totalitario, pero sabía que tenía que decir también algo a favor. )

- Mira, Ángel. Cuando entres en clase, debes ser capaz de hacer callar a todos sólo con tu mirada. Eso es lo que debes aprender.

Allí se acabó la entrevista. Creo que no he vuelto a pasar por esa calle nunca más. Ni por casualidad.

Para futuros maestros:
Os escribo desde la escuela pública. Pero, si algún día tenéis que hacer una entrevista de trabajo en la escuela privada, no se os ocurra, ni por lo más remoto, intentar una respuesta mixta. Si la cagáis, que sea al menos con estilo.

25 de marzo de 2008

La caza de las mariposas

Buenas, ya estoy de vuelta. Las vacaciones muy bien, estupendas. Y la vuelta hoy al cole también. Hace tiempo os hablé de una canción; algunos de vosotros me pedíais que la pusiera aquí. Como creo -aunque no estoy seguro- que a Georges Brassens no le importará, ni a los hermanos Alberto y Claudina Gambino tampoco, hoy os la pongo. Son fotos de mi reciente viaje a París. Me fui con mi chica a cazar mariposas.

13 de marzo de 2008

Me gusta el fútbol

Nos han metido un seis-dos rotundo, más que una manita, un set. Como no creo que a ninguno de mis alumnos le apetezca escribir un artículo sobre el partido en El Correo de Cadalso, será mejor que lo cuente yo, que hacía de seleccionador.

Último día antes de las vacaciones, gran partido de fútbol entre 5ºA y 5ºB (5ºB son los míos, aunque también 5ºA son un poco míos, la verdad). Como no habíamos entrenado, he creído que un buen seleccionador debe dejar a cada jugador que juegue en la posición que más le convenga, siempre que estén cubiertas todas las posiciones (eso es lo que haría yo, D. Luis Aragonés; bueno, eso y también irme si digo que me voy). Así que he puesto de portero a quien quería estar de portero, de defensas a unos cuantos, de centrocampistas a otros y de delanteros... ahí no tenía duda. De delantera a Ronaldiña. La mejor de todas. A pesar del resultado, en eso no me he equivocado, porque es un hecho admitido por todos: ella es la mejor jugadora de fútbol de nuestra clase, de toda la clase. Yo, que tengo mucha experiencia en ver fútbol -y no tanta en jugar al fútbol-, puedo decir que es la niña que mejor juega al fútbol que he visto en mi vida. Pero, como quizás esto llegue a sus oídos, también he de decir que no se calla ni debajo del agua. (Esto, una cosa. Es que lo hemos dado en clase hoy. Calla. Del verbo callar. Allí hay un viejo con un cayado que está muy callado. ¿Entendido? Perdonad los demás...)

La cuestión, no lo voy a negar, es que hemos perdido. Como seleccionador, felicito desde aquí a 5ºA y a su seleccionador (que ha hecho también de cámara, no tenemos más presupuesto). Nosotros al final no lo hemos hecho tan mal. Íbamos cinco-cero, y estaba convencido de que iba a ser una sangría. Al final hemos marcado dos goles. Admito que el árbitro -que hace además de profesor de Educación Física, cuestión también de presupuesto- ha dejado el silbato antes del final del partido y se ha puesto a jugar con 5ªB. Pero también es cierto que 5ºA ha jugado toda la segunda parte con un gran portero -que hace además de Profesor Especialista en Audición y Lenguaje... , el presupuesto-. Ha parado al menos tres goles cantados (si miento, que el seleccionador de 5ºA lo diga).

Al final, hemos vuelto a clase porque nos esperaban las madres (y un padre, menos mal) para entregar las notas. Ha hecho una mañana magnífica. Genial para pasarla al aire libre. Y para jugar al fútbol, aunque se pierda.

He vuelto a casa, y he pensado (aunque no debería decirlo, y mucho menos para futuros maestros):

Hoy, al aire libre, jugando al fútbol en un magnífico día. Y mañana, más de siete días de vacaciones. Gano la mitad que el año pasado, pero trabajo la mitad que el año pasado (y que los últimos veinte años, también). En días así, víspera de vacaciones, uno se alegra de ser maestro. Pero no sabría deciros muy bien por qué.

12 de marzo de 2008

El festival de Eurovisión

naíf o naif.
(Del fr. naïf, ingenuo).
1. m. Estilo pictórico caracterizado por la deliberada ingenuidad, tanto en la representación de la realidad como en los colores empleados.


Cuando era pequeño, a la edad de... bueno, a esa edad, era la primera vez que veía en la tele hablar en extranjero. Aprendí muy pronto a decir "United Kingdom, seven points..." etc, etc. En mi ITunes, hay varias canciones del festival; entre otras, una rara y simpática versión de La, la, la con Massiel cantando en inglés, Marionetas en la cuerda, de Sandie Shaw, Eres tú, de Mocedades, Vivo cantando, de Salomé -nunca falla en el clímax de una fiesta cuando hago de pinchadiscos-, el grupo ABBA, etc. Pensaba anoche que quizá el estilo de aquella Eurovisión era naif, y nunca lo he sabido. La verdad es que, también en el Itunes, tengo hasta la música de Eurovisión -la música de la cabecera- cantada en inglés por Miguel Ríos -si eso no es naif, ya no sé qué es-.

Y esta mañana, como era miércoles, había preparado una canción para leer y escuchar en inglés con los de sexto. Como es habitual, he conseguido un nivel de atención decepcionante -pero no para mí-, aunque la hemos escuchado hasta el final. Sobraban dos minutos... y, desde ayer, mi Itunes también tiene Baila el chiki, ckiki, de Rodolfo Chiquilicuatre. La he puesto, y el nivel de atención ha sido del 100%. Los pocos que siempre molestan a los demás, eran esta vez los que pedían silencio.

Luego, en mi clase, teníamos Expresión Plástica. Uno de los pocos momentos en que se me permite poner música en clase. Al principio de curso, sacaba el Itunes y le decía a mi amigo Aleatorio -cada vez lo hace mejor- que pusiera música él. Pero desde hace meses la pongo yo. Hoy, por ejemplo, he puesto una magnífica canción en francés de Charles Aznavour, Tous les visages de l'amour, porque mi mujer y yo la hemos elegido -entre otras obras de arte- para amenizar nuestras fotos del viaje a París (con el Iphoto, y un amigo de Aleatorio, que se llama Ken Burns. (Chiste sólo para gente del mac).

Luego, para observar su reacción -los estoy observando constantemente, me lo permite mi profesión- he puesto el Chiki, Chiki. Y lo he tenido que poner otras seis veces seguidas.

Yo también bailo el Chiki, chiki, porque yo también tengo sentido del humor. Es una broma. Lo de los pajaritos iba en serio. Y lo de la Macarena también. Esto es una broma, surgida del humor -cada vez más representado- de los internautas. ¿Será verdad que somos, -como dicen los digital homeless- una especie rara?

11 de marzo de 2008

Un minuto de silencio

Hoy, después del recreo, en clase de Cono. Aunque yo no lo he mencionado -pero lo sabía, voy escuchando la radio por las mañanas-, una de mis alumnas:

- Profe, ¿y por qué no guardamos un minuto de silencio?

- Es una buena idea. ¿Sabes por qué?

- Por lo del terrorismo.

- Hoy hace cuatro años que Madrid sufrió el mayor ataque terrorista de toda su historia. Hubo muchos muertos. Muchas familias que se quedaron sin hijos, sin hijas, sin hermanos, sin hermanas, sin padres, sin madres, sin abuelos, sin abuelas

Uno de ellos:
- Sin bisabuelas, sin bisabuelos...

- ¿Queréis que lo hagamos? ¿Lo decís en serio? Es una cosa muy seria, no se pueden hacer bromas con algo tan trágico.

Una de ellas:
- Sí, profe, yo cuento, que tengo reloj.

- De acuerdo. Vamos a ponernos de pie todos, y estaremos un minuto sin decir ni hacer nada. Sólo pensando en todas esas pobres familias. En todas.

Sólo en algunos campos de fútbol (de Inglaterra, no de España) se guarda un minuto de silencio como lo hace mi clase. Pero, lo mejor de todo, es que no he sido yo quien lo ha propuesto.

10 de marzo de 2008

Los tests

Nunca me han gustado los tests. Desde que era muy pequeño, siempre se me ha dado muy mal. Incluso la misma palabra, test, no me gusta nada; todo lo contrario que la palabra calafatear, que me encanta. Aunque está demostrado que es la forma más eficaz (por ser la más rápida) de comprobar la adquisición de conocimientos, también es una de las formas más eficaces de ignorar los valores; lo que pasa es que, al final, lo-que-cuenta-para-nota, no son los valores. Pero hay otra razón económica más poderosa: la corrección de tests, esto es, la comprobación de adquisición de conocimientos, se puede llevar a cabo de forma mecánica: hace años que los ordenadores corrigen los tests (y en plural, me gusta menos todavía). Por eso, entre otras muchas cosas, en el examen de conducir ponemos cruces, en vez de responder a preguntas como "Dígame qué opinión le merece un paso para peatones", por poner un ejemplo.

El primer test al que me enfrenté en mi vida fue en la "prueba de ingreso" para aquel colegio privado, de mal recuerdo. Con los años, comprendí que la "prueba de ingreso" estaba más bien sujeta a la solvencia económica de mis padres, no a los resultados del test. Fue mi primer fracaso escolar. He de decir, en mi defensa, que también fue una trampa. Un ardid vil y cobarde, propio de una mente cobarde. Y, a los seis años, eso no se hace.

Salí de aquel primer día de cole, y mi madre me preguntó:

- Bueno, ¿qué tal? ¿qué te han preguntado?

Yo contesté:
- Buah, era fácil (supongo que en realidad diría algo parecido a "estaba chupao"). Me han preguntado: "Las vacas blancas dan la leche blanca... ¿y la vacas negras?" ¡Pues negra!.

Eso no vale. No vale poner trampas. Siempre he pensado que deberían repetirme aquel examen.

7 de marzo de 2008

El autor

Hace días escuché a Iñaki Gabilondo -veo y escucho con atención lo que dice y muestra- contar una noticia emocionante. Metidos en una lata, habían aparecido varios carretes de fotografías valiosísimas. Fotografías de nuestra guerra civil. Fotografías, no historias, sobre nuestra vergonzosa guerra, de hace tanto tiempo. Digo que hace tanto tiempo, porque -ya os lo he contado- mis alumnos dicen que Franco es un personaje de... la palabra prohibida (Presin Cach).

Un día, alguien metió en aquella lata los carretes. Metió en una lata a alguien que quiso contarnos algo, y que no se perdiera. Pudo pintar un cuadro para que recordáramos el horror, y también simplemente pudo escribir su propia historia; pero lo que hizo fue hacer fotos. Hacer fotos de la gente. Sólo eso. De gente desconocida. De nosotros. Utilizó la tecnología que tenía a su alcance para contarnos lo que pasaba, lo que pasaba en aquellos momentos, hace ya tantos años. Puso a su favor a la tecnología. Votó por la tecnología, por el progreso. Y también nos dijo claramente, con aquellas fotos, que uno no puede aprender del futuro. Sólo puede aprender del pasado.

¿Quién fue aquel hombre? No lo sabremos (o tardaremos en saberlo infinito tiempo). Como en otras ocasiones, sólo nos queda su obra. Alguien le obligó a elegir, y él eligió su obra.

Ahora está en una exposición. Espero verla pronto por aquí, porque aquí es donde debería estar. Para que se copie en todos los discos duros (y la SGAE saque pasta) de todos los ordenadores del mundo. Para que se copie la obra. Se copie y se pase gratis. En discos duros, en CD's, en MP4's, en lo que sea. Si viéramos las obras de arte como una especie en extinción, lo mismo nos iba mejor a todos.

El autor de este artículo.

6 de marzo de 2008

La bici

Tengo un cuento -que espero que unos amigos míos me digan cuánto me costaría imprimirlo en forma de librito... de unos 100 ejemplares...- que narra la historia de un niño, muy parecido a mí, y sus paseos en bicicleta. No voy a contar ahora ese cuento, ya lo leeréis cuando tenga forma de libro... Lo que pasa es que mi reciente viaje a París, el blog de un gran bloguero, el Ayuntamiento de Madrid y, principalmente, la actitud de mi hijo, universitario de 4º año de Física, me han hecho pensar en ello, aún más de lo habitual.

La historia, la verdadera historia del ser humano, la de cada uno de nosotros, empezamos a contarla a partir de montar en bici sin ruedines. Una vez conseguido este objetivo, sobrevienen una serie de acontecimientos en la vida de uno que más vale que estés prevenido: mirando palante, en vez de mirar a la rueda. No nos acordamos -yo sí, ya véis-, pero el cerebro nos decía que miráramos abajo, al suelo, en vez de mirar al frente. Y nuestra madre, nuestro padre, o algún amigo -en mi caso, un chico que se llamaba Berna, mucho más mayor que yo-, nos decía que hiciéramos lo contrario de lo que decía nuestro cerebro. Hay cerebros que se resisten más que otros. Porque son cerebros más fuertes. Pero una vez que nos hemos desembarazado -desembarazado- de los inútiles, vergonzosos y malditos ruedines, comienza la etapa más seria de la evolución: la etapa de la autonomía. Se puede ir despacio, se puede parar, se puede ir deprisa (pero te cansas), se puede dar la vuelta y, lo más importante, se puede ver qué hay después. Mucho más tarde -en mi caso, poquitos años más tarde-, viene otra fuente de energía que sustituye a las piernas: la gasolina. Y uno se monta en un cacharro, parecido a aquella vieja primera amiga -en mi caso, con barra y de color azul-, pero mucho más gorda -en mi caso, y desde hace diez años, mucho más, y no os he mencionado aquí nunca la marca de mi moto-.

Después, lamentablemente mucho después, después de mi Cota 49 -si un día os hablo de ella...-, después de mi Cobra, después de ser mod, después de haber traído la Vespa a España -bueno, vale, a España no, pero que os diga mi amigo Fernando cómo bajábamos la Cuesta de La Vega-, después de ir a Los Pingüinos, después de saludar SIEMPRE, durante más de 20 años que llevo en moto, después, hace poco...

Mi hijo me dice que él no quiere una moto. Que lo que quiere es que le dejen ir en bici. Que le dejen ir en bici a la facultad, que le dejen ir en bici a jugar al fútbolsala con sus amigos, que le dejen ir en bici a tomar una caña por la noche, que le dejen ir en bici, que le dejen ir en bici a casa de su abuela, que le dejen ir en bici, que le dejen ir en bici a buscar a su chica, que le dejen ir en bici y quedar con otra chica, que le dejen ir en bici, que le dejen ir en bici a ver un concierto, que le dejen ir en bici a tocar en un concierto, que le dejen ir en bici. Que le dejen ir en bici, por favor.

Como todos vosotros comprendéis, no se lo pide a sus padres.

En los años de la tardoposguerra, aquellos amigos franceses de mis padres eran supermodernos. Además de ser muy cultos, los dos, vivían en un país claramente más evolucionado que el mío. Me di cuenta muy pronto. Luego, cuando pude viajar, desplazarme a ver lo que había después -en este caso, de los Pirineos- poco a poco me he ido engañando, pensando que ya estamos cerca. La gente de París, en bici, paseando por el Sena o tomando una caña -une presiòn- en el barrio latino, va en bici. Pero lo que quería contaros aquí, desde el principio, es que me fijé en sus caras. No estaban paseando. Estaban desplazándose. Iban sonriendo. A trabajar. A ver un amigo. A tomar una caña. A ver un concierto. A tocar -guitarra a la espalda- en un concierto.

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Diego, ¡el casco!.

5 de marzo de 2008

La explosión de la orina

Fue el otro día, en clase de Cono. Estábamos preparando el examen de hoy -acabo de terminar de corregir... y ya son las 7:30-. Pero tenía apuntado aquí en mi papelito el título para contarlo aquí. Para charlar un ratito con vosotros.

Como además, seguro que ninguno de vosotros lo sabéis, aprovecho para seguir haciendo de maestro, que es lo único que sé hacer, y explicaros que la excreción en los riñones se lleva a cabo en tres etapas:

A ver, Ricardo. ¿Primera etapa?.

Ricardo (con el maldito pero necesario aparato dental):
- Filfrafón fe la orina

Exacto, filtración de la orina. Luis, tú, ¿la segunda etapa?

Luis:
- Formación de la orina.

Muy bien. Formación de la orina. ¿Y la tercera etapaaaa...... (espero ver las manos levantadas... de los que nunca la levantan) Pedro?

Pedro:
- Explosión de la orina.

Casi todos:
- JAJAJA, JAJAJA, ¡explosión de la orina!!!....

Uno de ellos, de los de casi todos:
- ¡¡¡¡¡¡Una bomba de meaos!!!!!

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A ver. Ya sé que hacer reír es mucho más difícil. En lugar de "explosión" en el libro pone "Expulsión".

4 de marzo de 2008

Mis alumnas

Leía el otro día un artículo sobre una peli que cuenta la historia de una niña que quiere ir al colegio, pero los talibanes se lo impiden. Una historia que a casi todos, afortunadamente, nos pilla muy lejos. Pero, si pensamos por un momento cuántos años han pasado desde que las clases son mixtas, tampoco han sido tantos. En mi caso, ya os he comentado mi edad, toda mi infancia, incluso aún peor, mi adolescencia, la pasé rodeado de niños. Exclusivamente niños. Primero, en el colegio público General Moscardó, había dos edificios separados para niños y niñas. Luego, en el otro colegio privado donde estuve, de muy mal recuerdo, sólo admitían niños. Era un colegio religioso, de educación católica. Mi primer curso mixto fue en COU, y tampoco soy tan mayor.

(Hoy, en una hora libre, me he subido al campo de fútbol a jugar con los de sexto. A la tercera carrerita por la banda, he sentido un pinchazo un poco más abajo de la ingle. Creo que lo llaman abductor. En fin, menos mal que hoy hay champions...)

Cuando terminé Magisterio -nada más terminar- mi primer trabajo fue en un colegio de monjas. Necesitaban un profesor de Inglés y de Lengua para 6º, 7º y 8º de EGB. Y allí estuve durante mi primer curso como maestro. Niñas perfectamente uniformadas -aunque no de clase alta-, perfectamente peinadas y perfectamente iguales a todas las demás niñas. Además, ni un solo profesor varón en toda la EGB. Todas monjas, o todas profesoras. Por eso recibía notitas como "eres muy guapo", o "nuestro profesor preferido". Puedo decir sin temor a equivocarme que fui el profesor más guapo de la EGB. Y el único.

Aunque no ha pasado tanto tiempo, no sé si valoramos bien aquel error. Yo ahora, no sé qué haría en clase sin mis alumnas.

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Foto del cole de El Tiemblo. Un edificio precioso, que conserva los dos carteles. "Clases de Niños" y "Clases de Niñas".